El hidrógeno verde como vector energético - Infografía
- Escrito por Montse Bueno
El hidrógeno verde es un vector energético de la transición energética que se ubica entre su dependencia de la tecnología y su conveniencia en el ámbito de lo no electrificable. Pero para que forme parte del mix energético, éste debe ser renovable o verde. Así, es preciso que el hidrógeno gris procedente del gas natural, que emplea la industria actualmente de manera casi mayoritaria, evolucione a hidrógeno verde o renovable.
Es una apuesta de futuro que viene a contribuir a una mejor integración de las energías renovables, pero en ningún caso se plantea un horizonte energético dotado de únicamente hidrógeno ni tampoco su uso masivo. Aún y así, es contemplado como una opción óptima debido a que es inagotable y puede llegar a proporcionar energía renovable sin emitir dióxido de carbono.
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Si bien hoy en día, la mayor parte del hidrógeno se extrae del gas natural siguiendo un proceso que genera emisiones de gases contaminantes a la atmósfera y que, además, requiere de un elevado consumo de electricidad; existe, como contraposición, el hidrógeno verde, que se obtiene a partir de un proceso químico de electrólisis de agua, en el cual se efectúa una descomposición del agua en oxígeno e hidrógeno a través de electricidad de origen renovable. En un contexto como el que se vive en estos momentos, en el que la descarbonización resulta vital para avanzar a nivel climático y energético, el hidrógeno no es aún competitivo; a pesar de que existe numerosa oferta, en forma de proyectos, y de que la demanda potencial se cifra en miles de millones.
- Infografía
- Producción local e in situ
- Sectores clave
- Aplicaciones del hidrógeno verde
- Hoja de Ruta del Hidrógeno
Producción local e in situ
La escala de los proyectos está en línea con las necesidades que comporta precisar de un buen parque de renovables que servirá de abastecimiento para la electrólisis – un proceso caro que requiere del orden del 60% de la electricidad total generada -y, en consecuencia, se vuelve a la dificultad de que este combustible se distinga por sus costes competitivos. Es por ello que en ocasiones, para no infrautilizar la tecnología, se opta por la hibridación.
Los especialistas en este recurso energético, por otra parte, añaden que viaja mal y admiten que tienen sobre la mesa el reto de explorar cómo trasladarlo de un mejor modo desde la planta productiva al lugar de destino. Por ahora no resulta nada sencillo. Es por ese motivo que se plantean soluciones adaptativas como, por ejemplo y entre otras, aprovechar las redes de gasoductos para el transporte. Debido a estos inconvenientes, son ya muchas las voces que recomiendan focalizar la mirada en contemplar líneas de desarrollo en las que se considera el transporte como una pérdida de oportunidad y se apuesta por relocalizar o atraer industria que se caracteriza por su contaminación hacia donde se produce in situ el hidrógeno, de modo que pasen a ser fábricas de bajas emisiones.
Sectores clave
Esta alternativa renovable para todos aquellos usos energéticos que no se pueden electrificar y todavía dependen de los combustibles fósiles, sobre todo en el ámbito industrial, requiere de elevadas inversiones en infraestructuras, transporte – si no se puede evitar su traslado -, y sistemas de almacenamiento. En este último caso, el debate se centra en la necesidad a corto y medio plazo de equilibrar las necesidades entre las diferencias que existan entre generación y demanda y, por tanto, vuelve a ponerse de manifiesto la relevancia de la gestión local. Se calcula que el 30% del consumo eléctrico no electrificable podría ser abastecido por hidrógeno verde y que se dispone de una década para que el sector de la instalación se familiarice con sus peculiaridades y pueda estar capacitada para abordarla.
Ahora mismo, se vislumbran algunos sectores clave para su evolución: el del acero; el del transporte pesado; el del transporte marítimo; el de las petroquímicas, y el de las plantas fertilizantes. El doméstico está poco sensibilizado con esta modalidad energética. Y a nivel de territorio, está teniendo más aceptación en las islas que en tierra firme. Europa ha elegido potenciar esta energía porque considera que dispone de aquellos elementos que se precisan para hacer de ella una opción competitiva. Se trata de desarrollos tecnológicos locales que crean valor y evitan la importación de equipamientos y materias primas desde el exterior. De hecho, desde algunos ámbitos se augura que el hidrógeno podría suponer una oportunidad para reindustrializar países como España, debido a que ese equilibrio entre coste energético y precio de la energía que presenta el hidrógeno renovable lo convierte en un potente vector energético.
Variedad de aplicaciones
En estos momentos, se están llevando a cabo numerosos proyectos demostrativos que se distinguen por ser colaborativos, entre empresas procedentes de muy distintos sectores y con destacada presencia de capital de origen europeo. Y es a partir de ellos que se empieza a ser consciente de su variedad de aplicaciones y que, por tanto, no todas se irán desarrollando en la misma proporción y al mismo tiempo. En buena parte porque se trata de un producto que, como ya se ha comentado, todavía es muy caro. Sin embargo, la tendencia a la baja de los precios, junto con un aumento de la demanda de hidrógeno, podría llegar a reducir el precio de este combustible en aproximadamente un 71% en 2050; algo que podría converger con aumentos del precio de mercado del carbono. Todo ello estimularía el mercado del hidrógeno renovable.
Hoja de Ruta del Hidrógeno: una apuesta por el hidrógeno verde
En 2020, el Gobierno aprobó la Hoja de Ruta del Hidrógeno, que impulsa el despliegue de este vector energético sostenible, que será clave para que España alcance la neutralidad climática, con un sistema eléctrico 100% renovable, no más tarde de 2050. El desarrollo del hidrógeno renovable incentivará la creación de cadenas de valor industrial innovadoras, el conocimiento tecnológico y la generación de empleo sostenible, contribuyendo a la reactivación hacía una economía verde de alto valor añadido.
El documento, cuyo desarrollo está contemplado en el Plan Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, incluye 60 medidas y fija objetivos nacionales –alineados con la Estrategia Europea del Hidrógeno– a 2030. Entre otros, 4 gigavatios (GW) de potencia instalada de electrolizadores, un mínimo del 25% del consumo de hidrógeno por la industria deberá ser renovable e implantación de hidrogeneras, trenes y vehículos de transporte pesado propulsados por este producto.
La consecución de los objetivos a 2030 que refleja la Hoja de Ruta facilitarán posibilitará reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 4,6 millones de toneladas equivalentes de CO2 (CO2eq).
Por último, la Hoja de Ruta anticipa una visión de cuál será el papel del hidrógeno en las siguientes tres décadas, en las que España busca liderar un proyecto país hacia una economía descarbonizada, de manera que se fomente la cadena de valor innovadora, el conocimiento aplicado de la industria, el desarrollo de proyectos piloto a lo largo del territorio nacional y el apoyo a las zonas de transición justa.
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