La pobreza energética en España en el contexto europeo
- Escrito por Jon Terés
Los primeros estudios sobre pobreza energética datan de los años 80 del pasado siglo, desde el ámbito de la medicina, y, concretamente, desde el Sistema Nacional de Salud de Reino Unido (NHS). El objetivo y enfoque de esos estudios iba dirigido a estudiar el impacto que tenían los efectos del frío (o una inadecuada temperatura) en viviendas y otras patologías asociadas como los hongos o la humedad tenían en enfermedades respiratorias, cardiovasculares y mentales.
Pero, ¿Qué es la pobreza energética? Una de las pioneras en definir la pobreza energética fue Brenda Boardman quien, en 1991 la definió mediante la conocida como la regla del 10% (o “Ten Percent Rule”, TPR), a través de la cuál establecía que un hogar puede ser considerado en pobreza energética si su gasto destinado a cubrir sus necesidades energéticas excede el 10% de los ingresos totales que entran en el hogar. Desde entonces, el término “pobreza energética” ha ido tomando progresivamente una relevancia mayor y se han ido proponiendo definiciones alternativas basadas en diversos indicadores.
- Estrategias e instrumentos políticos contra la pobreza energética
- Estrategia nacional contra la pobreza energética
- Ayudas contra la pobreza energética
- Consecuencias de la pobreza energética
En cualquier caso, si bien los indicadores muestran y cuantifican realidades de una realidad multidimensional desde distintos enfoques, la pobreza energética tiene tres factores cuya suma actúa como elemento desencadenante: bajos ingresos, alto coste de la energía y edificios ineficientes.
En este sentido, es interesante remarcar que, si bien en los inicios la pobreza energética, por influencia de sus orígenes estaba focalizada en el impacto que esta tenía en las condiciones de habitabilidad en invierno (dando lugar al término “Cold-homes” acuñado también en este contexto en Reino Unido), paulatinamente ha sido abordada desde un enfoque más global, y sin dejar de lado este enfoque, toma cada vez más relevancia el estudio de la llamada pobreza energética en verano (en este caso, asociada al exceso de temperaturas y su impacto en la salud de las personas en esta situación), y en general, contemplando las necesidades energéticas globales del hogar en su conjunto, ya que, como diversos autores señalan en muchas ocasiones la pobreza energética va asociada a los costes de la electricidad en general, que van más allá de cubrir las necesidades de confort térmico en la vivienda (Desvallées, 2022).
Estrategias e instrumentos políticos contra la pobreza energética
Según Eurostat, 34 millones de personas en la Unión Europea (el 7,5% de la población total) declaran una incapacidad de mantener su vivienda a una temperatura adecuada, y en este contexto, la Unión Europea en los últimos años ha llevado en su agenda la lucha contra la pobreza energética como aspecto prioritario. Así, y en base a los factores desdencadenantes mencionados previamente (en concreto, edificios ineficientes y coste de la energía) se pueden identificar dos herramientas en esta línea:
- La renovación energética del parque de edificios: Si bien la rehabilitación energética es en muchos casos motivada por la necesidad de reducir el consumo energético y sus emisiones asociadas en la edificación, su impacto sobre la pobreza energética es también incluido en diversas estrategias y herramientas de la Unión Europea. Así, la “Renovation wave” incluye en su apartado 4 el “combatir la pobreza energética y mejorar los edificios menos eficientes” como uno de los ámbitos prioritarios de esta estrategia, añadiendo que “Las personas que viven en edificios poco eficientes están más expuestas a sufrir olas de frío y de calor y otros impactos asociados al cambio climático. Unas condiciones de comodidad y sanitarias inadecuadas en la vivienda y en el entorno laboral, como una temperatura interior inadecuada, una calidad deficiente del aire y la exposición a productos químicos y materiales nocivos, contribuyen a una menor productividad, problemas de salud y una mayor tasa de mortalidad y morbilidad” (REF) Y de hecho, la Comisión Europea ha desarrollado la Recomendación sobre la pobreza energética (EU) 2020/1563 dentro del propio paquete.
- La promoción de implementación de RES y las comunidades energéticas como potencial dinamizador de esto: Al igual que en el caso anterior, las comunidades energéticas se ven como una herramienta activa más para fomentar la implementación de renovables y de esta forma reducir las emisiones, las propias comunidades energéticas son también presentadas por la Comisión Europea como una herramienta que puede contribuir “a la lucha contra la pobreza a través de la reducción del consumo y unas tarifas más bajas de suministro” (REF).
En cualquier caso, la estrategia tractor de la Unión Europea cristaliza en el paquete “Clean energy for All Europeans” (2019). En este paquete, se establece, entre otras cosas:
- Que los EM deben actuar adecuadamente en la lucha contra la pobreza energética y “proteger a los consumidores vulnerables”, y tienen la obligación de evaluar el número de hogares en pobreza energética (estableciendo y publicando el criterio y metodología desarrollado para dicho análisis).
- Que, donde se identifique un número significativo de hogares en pobreza energética, los EM deberán usar los Planes Nacionales de Energía y Clima y las estrategias a largo plazo de rehabilitación energética para establecer un objetivo de reducción de los niveles de pobreza energética, unos plazos y desarrollo de políticas en esa línea.
Estrategia nacional contra la pobreza energética
A nivel estatal, en España podría fijarse como referencia el Real Decreto-ley 15/2018, que, entre otros puntos, establece la obligación del Gobierno de aprobar una Estrategia nacional contra la Pobreza energética en el plazo de seis meses desde la entrada en vigor del mismo. En ese contexto, se aprobó en 2019 la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética que abarca hasta el año 2024.
Esta estrategia se estructura en 3 bloques: se presenta un diagnóstico de la situación en España, se plantean los objetivos quinquenales a 2024 y se presenta la estrategia en sí. La estrategia se estructura se propone 9 líneas organizadas en 4 bloques: I. Mejorar el conocimiento sobre la pobreza energética (en la línea del primer punto establecido en el primer punto mencionado anteriormente del paquete “Clean Energy for All Europeans”); II. Mejorar la capacidad de respuesta; III. Crear un cambio estructural en torno a la pobreza energética; y IV. Medidas de protección a consumidores y concienciación social.
Para hacer el diagnóstico y definir unos objetivos (así como para poder hacer el seguimiento de la evolución de las medidas implementadas) es preciso establecer qué indicadores se van a utilizar como referencia. Al inicio de este artículo se mencionaba la existencia de diversos indicadores posibles. En este caso, la estrategia nacional propone la utilización de los indicadores oficiales establecidos por el Observatorio Europeo contra la Pobreza Energética (sustituido ahora por el Energy Poverty Advisory Hub). Estos son:
- Gasto desproporcionado (2M): porcentaje de hogares cuyo gasto energético en relación con sus ingresos es más del doble de la mediana nacional.
Estos indicadores son actualizados y calculados a partir de la Encuesta de presupuestos familiares (proporciona información de gasto desproporcionado y de pobreza energética escondida) y la Encuesta de condiciones de vida, que proporciona información sobre el indicador de temperatura inadecuada y retraso en el pago de facturas, ambas del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En el caso de España, el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico publicó en diciembre la última actualización de estos indicadores correspondientes al año 2021. Si bien en líneas generales se observa una cierta estabilidad en los indicadores en los últimos 4 años, reflejando una ligera mejoría con relación al ejercicio de 2020 tres de ellos. En cualquier caso, en los dos últimos (Temperatura inadecuada y Retraso en pago de facturas), más vinculados a personas y hogares que se encuentran con la necesidad de una medida prestacional a corto plazo para garantizar el suministro eléctrico, se han visto incrementados significativamente en los dos últimos años. Así, el porcentaje de población con retraso en pago de facturas pasó de 6.6% en 2019 a 9.6% en 2020 (y manteniéndose prácticamente igual, 9.5%, en 2021), mientras que el porcentaje de población con temperatura inadecuada en la vivienda ha pasado del 7.6% en 2019, al 10.9% en 2020 y ha crecido de nuevo hasta el 14.3% en 2021. En ambos indicadores, al analizar los datos en mayor detalle, se observa cómo el porcentaje aumenta significativamente en familias de 5 miembros o más (en el caso de temperaturas inadecuadas, también en hogares de un solo miembro), la población parada y la situada en el primer quintil de renta. Igualmente, el porcentaje es mayor en las zonas climáticas A y B (con menor severidad climática en invierno). (REF)
Ayudas contra la pobreza energética
Dentro de este contexto, se han desplegado distintas ayudas y medidas con objetivo de luchar contra la pobreza energética y paliar sus efectos, y especialmente en los últimos tiempos, cuyo contexto energético ha motivado la adopción de determinadas medidas de carácter temporal dirigidas a reducir el impacto del incremento de los costes energéticos (la adopción del tope del gas o la reducción de determinados impuestos entre otras han dado numerosos titulares en los últimos meses). En general, estas medidas pueden clasificarse en tres grupos:
- Medidas dirigidas a actuar sobre los costes de la energía (e.g. tarifas sociales, tarifas reguladas)
- Medidas dirigidas a actuar sobre los ingresos (e.g. ayudas directas para energía a sectores vulnerables)
- Medidas dirigidas a actuar sobre el comportamiento energético de los edificios (e.g. programas de financiación para rehabilitaciones energéticas al que puedan acceder especialmente los colectivos vulnerables)
Así, la predominancia de medidas vinculadas a uno u otro bloque están ligadas a los diferentes enfoques nacionales en función de su contexto. Tal y como se presenta en el cuaderno de trabajo “Pobreza energética en tiempos de precios altos de la energía” publicado recientemente en Hegoak por I. Antepara, las ayudas a la vivienda son poco habituales en general, pero en todos los países hay ayudas a la energía. En este sentido, como se indica en el mismo documento, investigadores de la red Engager afirman que los vínculos más explícitos con la pobreza energética se establecen en las políticas de eficiencia energética más que en las de ingresos y precios de la energía. En este sentido, como se ha mencionado anteriormente, la UE ha hecho en los últimos años un esfuerzo por introducir la pobreza energética dentro de las estrategias climáticas y energéticas, y destaca su introducción en la estrategia “renovation wave” (rehabilitación energética) y la vinculada al desarrollo de comunidades energéticas.
Consecuencias de la pobreza energética
Por último, una mención a las consecuencias de la pobreza energética. Como se introducía al inicio de este artículo, las principales consecuencias de la pobreza energética son sobre la salud de las personas que la padecen. Sin embargo, distintos autores (e.g. Ilaria Geddes et al) identifica también las consecuencias indirectas, relacionadas con aspectos sociales como el bienestar, el rendimiento educativo o el absentismo laboral, y el aumento de riesgo de exclusión social.
Por otra parte, si bien la pobreza energética se ha vinculado las condiciones en invierno y su repercusión en el uso de la calefacción, el análisis de la pobreza energética en verano (“summer energy poverty”) ha tomado relevancia en los últimos años, especialmente en algunos países del sur de Europa, como España o Portugal) (REF).
Además, tradicionalmente se entiende la pobreza energética como un fenómeno relacionado con los suministros de energía en la vivienda (de hecho, es el enfoque contemplado por la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética), pero hay un enfoque adicional que contempla la “doble vulnerabilidad energética”, que ofrece un enfoque más global contemplando no sólo las necesidades energéticas en el hogar, sino también las vinculadas al transporte. También se pueden encontrar trabajos de gran interés incluyendo la perspectiva de género en el análisis de la pobreza energética, que ponen de manifiesto la feminización de la pobreza energética y cómo la brecha de género también se hace patente en este campo, tal y como muestra, entre otros, el proyecto Femenmad, desarrollado por el Grupo ABIO de la UPM analizando la pobreza energética en la ciudad de Madrid, y cuyos resultados muestran que, en aquellos hogares donde la mujer proporciona el sustento principal, el riesgo de sufrir pobreza energética se incrementa entre un 35 y un 120 % con respecto a la media del municipio.
Referencias de interés
Energy Poverty Advisory hub: https://energy-poverty.ec.europa.eu/index_en
Red de Investigación Engager (Energy Poverty Action): https://www.engager-energy.net/
Estrategia contra la Pobreza Energética del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico: https://www.miteco.gob.es/es/ministerio/planes-estrategias/estrategia-pobreza-energetica/default.aspx
Punto de información sobre Pobreza Energética (Asociación de Ciencias Ambientales): https://www.cienciasambientales.org.es/index.php/iniciope
Cuaderno de trabajo “Pobreza energética en tiempos de precios altos de la energía” (Hegoak, 2022): https://publicaciones.hegoa.ehu.eus/es/publications/568
https://abio-upm.org/project/proyecto-femenmad/
https://theconversation.com/la-pobreza-energetica-en-madrid-tiene-rostro-de-mujer-120128
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