La pobreza energética, un problema de millones de europeos
- Escrito por Ana Belén Peña Serrano
Un nuevo concepto de pobreza en el mundo desarrollado está muy relacionado con el suministro de energía.
Esta particular modalidad de pobreza actúa en dos tipos de escenarios. Cuando una unidad familiar no dispone de liquidez suficiente para contar en su vivienda con una situación de confort térmico y, en otro orden, cuando la familia sí destina capital a esta circunstancia, pero este pago supone gran parte de los ingresos, por lo que dicha unidad familiar no dispondrá de capital suficiente para hacer frente al resto de gastos.
En ambos casos se estará hablando de pobreza energética y estas situaciones a menudo se presentan cuando existen ingresos fijos en el hogar, pero estos son muy reducidos.
Por este motivo conviene señalar que del 17 al 22 de febrero se celebra la semana de la lucha contra la pobreza energética. En estas jornadas se recuerdan la tercera y última de las extraordinarias oleadas de frío que recorrieron Europa en febrero de 1956. Todavía hay millones de europeos que padecen pobreza energética.
- Incremento de las situaciones de pobreza energética
- El invierno y el verano de la pobreza energética
- Pobreza energética. Salud y personas vulnerables
- Herramientas políticas. Medidas actuales contra la pobreza energética
- Caso en la Cañada Real. Seguridad en el uso de la energía
Incremento de las situaciones de pobreza energética
El aumento de estas situaciones de pobreza ha colocado a este término como tendencia creciente y protagonista en ambientes sociales y políticos.
Pero la pobreza energética no aparece de la noche a la mañana, esta pobreza en términos de energía es el resultado de una fórmula que une factores como la reducción de ingresos económicos, la creciente dependencia de la energía, los elevados precios de la misma, y los años de empleo erróneo de materiales y recursos poco adaptados en la construcción de multitud de edificios de viviendas. Destacan en este último punto la falta de aislamiento térmico y la incorrecta orientación y distribución de huecos y espacios.
Décadas atrás, debido al empleo de diferentes estrategias económicas que permitieron el crecimiento del sector, proliferó una moda en las construcciones de edificios residenciales. La velocidad en su ejecución y el empleo de ciertas técnicas y materiales que, a parte de una importante colección de viviendas, ofrecía importantes deficiencias en acabados; deficiencias que han dado como resultado viviendas que cuesta mucho tanto calentar en invierno como refrescar en verano.
En estos años se animaba a cierta parte de la población (parejas y jóvenes con la treintena recién cumplida) a habitar estas viviendas y a adentrarse en el mundo de la propiedad inmobiliaria. Este colectivo de usuarios, bien por economía o bien por falta de conocimiento en la materia, no ha tenido entre sus prioridades la reforma o rehabilitación energética del hogar en el que pasarían muchos años en adelante.
Durante años, la crisis económica vista en numerosos sectores (obra, textil, industria, y ahora comercio y hostelería), ha pasado factura también al confort térmico interior que permite y ofrece el consumo de energía.
Años de crisis que ha llamado a la puerta de una clase social que ya arrastraba condiciones básicas de estabilidad económica; esto hace que esta situación se presente en familias que no necesariamente se encuentren en situación de exclusión social o laboral, pero sí de una dependencia tan importante que puede ponerles en riesgo de dicha exclusión. Esta afirmación demuestra que la pobreza energética está mucho más cerca de lo que, en un principio, se pudiera pensar.
El invierno y el verano de la pobreza energética
Es en el ámbito doméstico y de la climatización de espacios donde nacen las principales situaciones de estrés energético a la hora de adecuar las viviendas a la temperatura deseada y que permitan situaciones de confort térmico interior.
Cada temporada la humanidad se enfrenta a situaciones climatológicas puntuales, pero cada vez más extremas en las que se viven graves momentos de elevadas temperaturas en verano, e importantes bajadas en los meses más invernales.
En párrafos anteriores se mencionaban las diferentes situaciones que propician escenarios de pobreza energética, entre ellos, se puede destacar el papel que ejercen los tipos de construcciones que abundan en el actual parque de viviendas español, sobre todo en los ensanches de las ciudades.
Se comenta mucho que la causa principal es la poca calidad en los tipos de puertas y ventanas, (primera barrera frente a la transmisión de temperaturas entre interior y exterior), que favorecen la aparición de puentes térmicos y también la ausencia de material de aislamiento en fachadas. Pero existe otra situación no tan contemplada, y que ahora se hace notar, que es la falta de ventanas o su incorrecta ubicación. La presencia y posición de puertas y ventanas favorece el reparto de una buena iluminación natural (necesaria sobre todo en invierno para su aprovechamiento tanto lumínico como térmico), así como complemento a la ventilación de espacios y el refrescamiento nocturno (free-cooling) en verano.
Pobreza energética. Salud y personas vulnerables
La ausencia de confort térmico en las viviendas conlleva otras graves situaciones a parte de la falta de bienestar. Tanto el frío como el calor en exceso en interiores, tiene una gran afección para la salud de las personas, y en este caso, los primeros afectados son los más vulnerables; como bebés, personas con patologías, embarazadas y personas de edad avanzada.
A este desequilibrio térmico se unen las posibles afecciones derivadas de la falta de ingresos económicos que deben ir destinados a otros bienes de primera necesidad, como son los alimentos de calidad, al igual que las instalaciones para su conservación y su cocinado o preparación, y el acceso a medicamentos y otros tratamientos. La ausencia de estas condiciones básicas son secuelas también de una situación de pobreza energética.
Herramientas políticas. Medidas actuales contra la pobreza energética
El 5 de abril del año 2019, el gobierno aprobó la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética 2019-2024 (ENPE). El objetivo de esta estrategia es la presentación y puesta en marcha de herramientas que permitan la realización de un completo diagnóstico de la pobreza energética entre las que se encuentran el estudio de los datos que comprueben su evolución y la implantación de medidas que reduzcan el número de hogares en situación de pobreza energética.
En el estudio de los datos se contempla la publicación, de forma periódica, de los indicadores que permiten el seguimiento anual de estos datos para ver la evolución de la pobreza energética en el país, y así valorar con mayor determinación las necesarias medidas a corto plazo.
En la web del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, ya se encuentra publicada la “Actualización de indicadores 2020” que refleja y analiza la evolución de los datos de pobreza energética en España en el año 2019, comparándola con los datos de años anteriores.
Los indicadores seguidos son los propuestos por el Observatorio de la Pobreza Energética de la Unión Europea, una herramienta ya analizada en Caloryfrio.com.
El análisis realizado muestra una mejora en todos los indicadores utilizados para medir este fenómeno con respecto a 2018, que se sitúan en valores similares o inferiores a los de 2016, tras el repunte observado en 2017.
Los datos muestran el avance que se está produciendo en la lucha contra este problema y reflejan el efecto de las medidas de acción establecidas por la ENPE, que se empezaron a implantar en 2018. Destaca el descenso de los valores de temperatura inadecuada en la vivienda en invierno y de retraso en el pago de facturas de suministros de la vivienda. También disminuye el indicador de gasto desproporcionado y el de pobreza escondida en hogares.
Pese a la mejora generalizada de los datos, si se realiza una comparación de los cuatro indicadores, se puede concluir que los problemas que afectan a una mayor parte de la población siguen siendo el gasto energético desproporcionado y la pobreza energética escondida. En 2019, un 16,7% de los hogares poseían un gasto energético desproporcionado -es decir, un gasto energético sobre los ingresos superior al doble de la mediana nacional-, una cifra ligeramente inferior al 16,9% del año anterior. Además, el 10,6% de los domicilios estaban afectados por la pobreza energética escondida, lo que implica un gasto energético absoluto inferior a la mitad de la mediana nacional. Este valor ha disminuido 0,4 puntos porcentuales con respecto a 2018.
Por su parte, el 7,6% de la población tuvo problemas para mantener su vivienda a una temperatura adecuada durante el invierno, cifra que mejora 1 punto porcentual y medio con respecto a 2018. Asimismo, un 6,6% de la población tuvo retrasos en el pago de facturas de suministros de la vivienda, un valor que refleja el mayor descenso de los últimos años: 0,6 puntos porcentuales.
A lo largo de la presente publicación, se incide en gran medida en el importante papel que desempeñan el estado de los edificios en cuanto a su función energética; a este respecto, se han podido ya ver importantes operaciones para el cumplimiento de los objetivos 20-20-20.
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía propone para ello el programa de ayudas y financiación para laRehabilitación y Energética de Edificios PREE. Un plan orientado al impulso de la rehabilitación energética y a la reducción de emisiones de CO2 y de energía final consumida.
Este plan permitirá subvencionar operaciones destinadas a mejorar la envolvente térmica, la inclusión de energías renovables (tanto de generación eléctrica como térmica) y la actualización de instalaciones de iluminación. Además el PREE, pone su enfoque principal en la concesión de estas ayudas a aquellos edificios que acojan colectivos vulnerables y en especial situación de pobreza energética.
El citado programa se aprobó el pasado 4 de agosto por el consejo de ministros, mediante el Real Decreto 737/2020.
Caso en la Cañada Real. Seguridad en el uso de la energía
Hace un año en la comunidad de Madrid se vivió un episodio que puso en valor e hizo ver de nuevo la importancia del buen uso de las instalaciones energéticas. Una situación que conocimos gracias a la repercusión que ya de por sí tuvieron las diferentes noticias con motivo de la importante nevada que se sufrió en la comunidad. Pero esta situación de falta de suministro energético, los habitantes de la Cañada Real, vienen experimentándola durante varios meses atrás.
Unos cortes de suministros que, según pudo confirmar la compañía energética, eran motivo de las subidas de tensión por un elevado consumo, que tenía lugar en algunas localizaciones del citado asentamiento.
La situación que allí se experimenta, es el ejemplo más extremo en términos de pobreza energética, sufrida en un escenario de excesiva vulnerabilidad y bastante alejado de los expuestos con anterioridad. Los testimonios recogidos por diferentes medios, demuestran una vez más la falta de seguridad que condiciona la ausencia del suministro eléctrico; así, los habitantes de la Cañada Real recurren de forma frecuente a otras alternativas para calentarse o cocinar, a menudo, mucho más precarias y, desde luego, mucho menos seguras, como estufas de butano y la formación chimeneas y hogueras improvisadas.
La dependencia de la energía en todas sus formas condiciona el avance de las actividades diarias de toda familia; la pobreza energética siembra y recoge muchos más afectados con el motivo añadido de sus propias secuelas.
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