Los filtros en la ventilación mecánica como clave en la calidad del aire interior
- Escrito por Montse Bueno
La contaminación atmosférica, que es considerada el cuarto factor de riesgo para la salud humana, consta de partículas en suspensión que provienen de dos fuentes de emisión distintas: por un lado, las generadas por la raza humana y, por otro lado, las derivadas de la naturaleza. En el primero de los casos se incluyen los gases emitidos por los tubos de escape de los vehículos, así como los producidos por la construcción o bien la tecnología generadora de energía, mientras que en el segundo se contempla desde el polen hasta los incendios forestales, pasando por la arena u otros materiales que el viento traslada de un lugar a otro.
Ya en 2005, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó la guía de calidad del aire (GCA), en la que se mostraban los límites de exposición recomendados a las partículas PM2.5 y PM10. Aun y así, a lo largo de los últimos años se ha registrado un cambio de tendencia que ha consistido en centrarse en las partículas más pequeñas, las PM1, cuyo tamaño es de 1 micra o menos que, según científicos y médicos, son, al ser diminutas, las más peligrosas.
El cuerpo cuenta con defensas naturales contra las de un tamaño superior - vello nasal y membranas mucosas -, pero su efectividad es escasa con las de menor tamaño, de modo que pueden llegar a los pulmones y, por consiguiente, a su estructura más pequeña: los alvéolos. Asimismo, las partículas especialmente minúsculas, llamadas ultrafinas o nanopartículas, pueden incluso atravesarlos y acceder al torrente sanguíneo, que las distribuye por todo el organismo y, de ese modo, pueden acabar irrumpiendo en órganos vitales, como el cerebro, el corazón, el hígado o el sistema endocrino.
Si se tiene en cuenta que el aire interior puede contener 50 veces más partículas que el aire exterior y que en Europa se pasa prácticamente el 90% de la vida en ambientes interiores es posible entender en qué medida se ha convertido en vital que la norma dote de importancia a los filtros de aire que influyen positivamente en la calidad del aire interior y, por ende, en la salud humana. Con esta nueva regulación – cuyos sistemas de clasificación y pruebas de filtros se adecuan más a la contaminación real -, además, resulta más sencillo comparar productos, lo que se cree que impulsará la innovación y el valor del cliente. Es probable, pues, que se eliminen los productos con peores resultados.
En relación a hasta qué punto la concienciación ciudadana puede influir a la hora de fomentar el uso de sistemas de ventilación para mejorar la calidad del aire del interior de los edificios, los expertos creen que la población tiene cada vez más presentes las consecuencias de la contaminación ambiental. Y, en este sentido, exponen que se sabe que muchas enfermedades provienen del aire que respiramos y, señalan, que ello es algo patente cuando organizaciones internacionales - como, por ejemplo, la OMS - cada vez publican más artículos al respecto. Y es por ello – razonan - que las empresas son conscientes de que una mejor calidad de aire reduce las bajas laborales.
Obtener un mejor IAQ (Indoor Air Quality)
La nueva normativa ISO 16890, que aporta al mercado fiabilidad, globalidad y una mayor precisión, debería comportar la progresiva erradicación de los filtros de baja calidad. No obstante, para que se aplique adecuadamente, parece ser que deberá incorporar la obligatoriedad. Al parecer de los especialistas la única forma de que todos los actores que conforman el sector de HVAC apliquen estos cambios es mediante normativas y leyes de obligado cumplimiento y, en este sentido, consideran que el RITE y el CTE y la propia norma ISO 16890 son algunos de los mecanismos que facilitarán esta implementación.
La filtración es un aspecto clave en la calidad del aire interior y, a través de las normativas, es posible regular para obtener un mejor IAQ y, en consecuencia, es preciso contar con controles y, desgraciadamente multas – lamentan -, para asegurar su aplicación. Tal y como explican los entendidos, la nueva norma ha incluido un proceso de validación que consiste en la descarga electrostática y ello afecta negativamente a los filtros económicos de fibra sintética y, es por ello, que se considera que con la nueva norma, vinculada a la clasificación energética, se erradicará a los fabricantes de baja calidad, ya que sus filtros no alcanzan los estándares que exige la norma.
Más realista y más comprensible
El nuevo marco legal es más realista en lo que se refiere a la contaminación ambiental y, al mismo tiempo, es más comprensible en cuanto a su aplicación porque si bien el aire está compuesto de muchos tipos de partículas diferentes, con distintas concentraciones, la antigua norma únicamente tenía en cuenta un tamaño de partícula (0.4µm), mientras que la nova norma ISO 16890 considera un rango mucho más alto, de 0.3µm hasta 10µm y por eso los expertos argumentan que su aplicación es más comprensible, ya que la clasificación por tamaños de partícula (ePMx %) permite escoger más fácilmente el filtro en función del resultado que se desea obtener.
De ese modo, sabiendo el contaminante – tamaño aproximado – es posible elegir un filtro que lo reduzca considerable o totalmente. Así, se apunta a que esta nueva regulación resulta muy eficaz, por ejemplo, cuando se aplica en salas limpias (blancas) donde la concentración de partículas es vital para la validación, según la norma ISO 14644 o la federal estándar 209-D y E.
Las máximas garantías
Indagando en las estrategias para que el impacto de la energía total consumida por la ventilación mecánica encaje en los estándares de eficiencia, los fabricantes advierten que Eurovent ofrece una clasificación energética de los filtros que a partir de finales de año únicamente tendrá en cuenta la nueva nomenclatura de la ISO 16890.
En el caso de las máquinas de aire acondicionado o ventiladores los fabricantes de filtros se invierten muchos millones de euros en I+D para conseguir tejidos filtrantes con mejores rendimientos (baja perdida de carga y mejor eficacia de filtración). El hecho de lograr bajas pérdidas de carga (clase A+) afecta directamente al consumo de los ventiladores. En opinión de los miembros del sector la certificación del programa Eurovent ofrece las máximas garantías a la hora de seleccionar productos tanto a los consumidores como a los distribuidores y las ingenierías, puesto que pueden confiar en los resultados obtenidos por laboratorios externos, cuyos resultados pueden consultar en línea a través de la web.
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