¿Qué es la Calidad del Aire Interior (CAI)?
- Escrito por Paula Serrano CALORYFRIO
Pasamos un 90% de nuestro tiempo dentro de edificios: colegios, viviendas, oficinas, supermercados, comercios, centros de salud, etc.. ¿Debería de ser la calidad del aire interior un parámetro medible en cualquier establecimiento público? ¿Qué efectos tiene una mala calidad del aire interior? ¿Qué medios existen para medir y para garantizar la calidad del aire interior? ¿Qué beneficios aporta la purificación del aire en los espacios interiores?
En un entorno industrial o en el ambiente exterior, es evidente que la calidad del aire depende de la contaminación que proviene de diferentes fuentes. Procesos industriales, quema de combustibles, emisiones asociadas a los vehículos, productos químicos de mayor o menor toxicidad, etc.. En lo que respecta a los espacios interiores, la cosa cambia. Primero porque el número de fuentes contaminantes es amplio, variable y depende de diferentes factores. Segundo porque los niveles de concentración de dichas fuentes suelen ser generalmente bajos, aunque prolongados en el tiempo, a menos que exista una fuente clara e importante de contaminación. Y tercero, porque existen pocos métodos analíticos para estimar la calidad del aire interior, así como de valores límite de concentración de contaminantes e información en relación al grado de exposición y su efecto en la salud.
- El origen de la mala calidad del aire
- Valores de la calidad del aire interior ¿Cómo se mide la calidad del aire en interiores?
- ¿Qué normativa regula la calidad del aire interior?
¿Qué es la calidad del aire interior y de qué depende?
La calidad del ambiente interior depende de diversos factores que afectan al bienestar de los usuarios. La temperatura, la humedad, el ruido, la velocidad del aire o la exposición a fuentes de contaminación de diferente origen son las principales fuentes de contaminación. Dentro del concepto de calidad ambiental se incluye el de la calidad del aire interior.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que el aire de los espacios interiores puede llegar a estar de cinco a diez veces más contaminado que el aire exterior. Un hecho que no se puede obviar ya que la mala calidad del aire genera disconfort y por lo tanto incomodidad, además de efectos negativos sobre la salud de las personas que lo respiran. Incluso es causa de absentismo laboral, de falta de concentración y de pérdida de la productividad en los lugares de trabajo, además de provocar estrés y depresión.
Las principales fuentes de contaminación del aire interior son: el CO²y la humedad generada por la actividad de las personas, las emisiones contaminantes de los materiales de construcción, del mobiliario, de los productos de limpieza e incluso de productos de perfumería y cosmética, de algunos tipos de plástico y de máquinas de imprenta o fotocopias, el humo del tabaco, una inadecuada temperatura, el monóxido de carbono, la contaminación ambiental exterior o los productos generados en procesos de combustión y la presencia de bacterias, virus, hongos, ácaros y polvo.
¿Cuáles son los efectos sobre la salud por una mala calidad del aire interior?
La presencia de dichas fuentes de contaminación son principal causa de enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Generan irritación en ojos, nariz y garganta. Pueden provocar mareos, dolor de cabeza, pérdida de coordinación y náuseas. Otro tipo de enfermedades provocadas por la mala calidad del aire interior son el daño hepático, renal y del sistema nervioso central incluso cáncer.
Todo lo anterior pone de manifiesto la necesidad de garantizar una adecuada calidad del aire. Y no sólo eso, la importancia de respirar aire puro. Una necesidad que, la actual situación de pandemia por el COVID 19 ha puesto de manifiesto y a la que todavía debemos de dar respuesta.
Porque cuando hablamos de contaminación microbiológica, estamos haciendo referencia a la presencia de virus, bacterias, hongos y protozoos microbiológicos suspendidos en el aire que pueden causar enfermedades. Y parece ser que la OMS advertía de esta amenaza desde hace tiempo cuando afirmaba que los ingresos por pacientes infectados crecían entre un 5% un 10% cada año o que las infecciones intrahospitalarias afectan anualmente a más de 1,4 millones de personas. Datos que no permiten bajar la guardia ante enfermedades que inicialmente no eran alarmantes y que posteriormente se extendieron llegando a niveles de epidemia. Ejemplos como la gripe aviar, el ébola o el actual COVID-19.
¿Cómo se garantiza la calidad del aire interior?
Sin duda la primera medida consiste en garantizar la adecuada ventilación de los espacios interiores. Ya sea mediante ventilación natural, porque las condiciones ambientales del exterior lo permiten, o mediante ventilación mecánica. Las exigencias reglamentarias recogidas en el Código Técnico de la Edificación (CTE) y el Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE) así lo determina. La calidad del aire interior se garantiza mediante al aporte de aire exterior, que incluso puede ser filtrado previamente.
En las viviendas basta con una ventilación híbrida o ventilación mecánica que diluya la concentración de contaminantes en el interior. Para satisfacer dicha condición se debe de garantizar un caudal de ventilación constante, que aporte aire del exterior, y cuyo valor mínimo cuantifica la Sección 3 de Calidad del Aire del Documento Básico de Salubridad del CTE.
Qué normativa regula la calidad del aire interior
En España el Código Técnico de la Edificación (CTE) regula, a través de la Sección 3 del Documento Básico de Salubridad, la calidad del aire interior en viviendas, en almacenes de residuos y trasteros en edificios de viviendas, y en aparcamientos y garajes en edificios de cualquier uso. Para el resto de usos es necesario consultar el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE).
El CTE, para garantizar la calidad del aire interior, caracteriza y cuantifica unas exigencias mínimas. Dichas exigencias consisten en el cumplimiento de unos valores mínimos de caudal de renovación del aire, en función del uso del edificio, así como unas condiciones generales de diseño, dimensionado y construcción para los sistemas de ventilación.
Además con la última modificación del CTE y su publicación el pasado 28 de diciembre de 2019, el Documento Básico de Salubridad incorpora una sexta y nueva sección para la Protección frente a la exposición al gas radón. Su aplicación es de obligado cumplimiento en edificios situados en términos municipales incluidos en el listado del apéndice B de este documento, independientemente del uso del edificio.
El RITE en cambio regula en la calidad del aire interior en relación a las instalaciones térmicas, su diseño y cálculo, ejecución, mantenimiento y uso, en su artículo 11. Bienestar e higiene, apartado 2 en el que indica que las instalaciones térmicas permitirán mantener los parámetros que definen el ambiente interior aceptable, en los locales ocupados por las personas, eliminando los contaminantes que se produzcan de forma habitual durante el uso normal de los mismos, aportando un caudal suficiente del aire exterior y garantizando la extracción y expulsión del aire viciado.
Por último el Reglamento establece unas exigencias en relación a la calidad del aire interior y para ello establece unas categorías de calidad del aire interior (IDA) a satisfacer en función del uso del edificio:
- IDA 1 Calidad del aire interior en hospitales, centros de salud, clínicas, laboratorios y guarderías. Óptima calidad del aire.
- IDA 2 Calidad del aire interior en oficinas, residencias, salas de lectura, museos, salas de tribunales, calidad del aire interior en colegios, aulas de enseñanza y piscinas. Calidad del aire interior en edificios de uso público. Aire de buena calidad.
- IDA 3 Calidad del aire en locales comerciales, cines, teatros, salones de actos, habitaciones de hoteles y restaurantes, cafeterías, bares, salas de fiestas, gimnasios, locales para el deporte y salas de ordenadores. Calidad del aire media.
- IDA 4: aire de calidad baja.
En función de esta clasificación y en relación a los diferentes métodos que propone el Reglamento, se establecen unos caudales de aire exterior para su cumplimiento.
Además, el RITE incluye un apartado sobre la necesidad de filtrar el aire exterior de ventilación. Para ello también clasifica la calidad del aire exterior por categorías. Cada categoría determina el grado de contaminación del aire. Desde el aire puro que se ensucia sólo temporalmente (polen p.e.), hasta el aire exterior con concentraciones altas de gases contaminantes y/o de partículas. Incluso se diferencia entre prefiltros y filtros finales:
- Se emplearán prefiltros para mantener limpios los componentes de las unidades de ventilación y tratamiento de aire, así como para alargar la vida útil de los filtros finales. Los prefiltros se instalarán en la entrada del aire exterior a la unidad de tratamiento, así como en la entrada del aire de retorno.
- Los filtros finales se instalarán después de la sección de tratamiento y, cuando los locales sean especialmente sensibles a la suciedad (locales en los que haya que evitar la contaminación por mezcla de partículas, como quirófanos o salas limpias, etc.), después del ventilador de impulsión, procurando que la distribución de aire sobre la sección de filtros sea uniforme.
- Por último, el RITE también regula el aire de extracción, y en función de la categoría de aire por el nivel de contaminación de este, permite o no su recirculación o transferencia.
Valores límite de la calidad del aire interior ¿Cómo se mide la calidad del aire en interiores?
A continuación haremos un pequeño repaso a las formas de medición que existe para la Calidad del Aire Interior (CAI).
A través del grado de satisfacción del usuario
Parece ser que para medir la calidad del aire interior no basta con conocer su composición. Además es necesario evaluar a través del usuario su grado de satisfacción respecto del aire que respira. Y dicha evaluación se determina a través del olfato y si le produce molestias. En relación a este aspecto, se estima que el ser humano es sensible a los efectos de cerca de medio millón de compuestos químicos.
Así pues, si la mayoría de los usuarios están satisfechos con la calidad del aire que respiran, se entiende que la calidad del aire interior es buena. Si por el contrario, existe un porcentaje de usuarios insatisfechos, entonces la calidad del aire es mala. De hecho se habla de Síndrome del Edificio Enfermo cuando más del 20% de los usuarios están insatisfechos por la mala calidad del aire que perciben y las molestias que genera. Por lo tanto, la realización de encuestas de satisfacción de los usuarios puede ser un método eficaz para medir la calidad del aire.
Lectura directa, toma de muestras y procedimientos analíticos
El extremo opuesto a la realización de encuestas o la realización de inspecciones más sencillas, consiste en una evaluación mediante toma de muestras y su posterior análisis o la aplicación de métodos de lectura directa. Las ventajas de estos métodos son un menor coste y una mayor rapidez y eficacia, frente a otros métodos más tradicionales. Sin embargo requiere de personal competente, con experiencia y el uso de equipos y aparatos específicos.
La lectura directa permite determinar la concentración aproximada de contaminantes presentes en el aire interior, a la vez que se toma la muestra. Es un método rápido, que proporciona datos precisos a bajo coste. Para este método se puede utilizar tubos colorímétricos y monitores específicos.
En el caso de la toma de muestras para su posterior análisis, y según la técnica empleada, el método se clasifica en activo o pasivo. En el método activo, el contaminante se capta haciendo pasar el aire a través de un soporte que lo atrapa. Para ello se utilizan filtros, sólidos absorbentes y soluciones absorbentes o impregnadas en material poroso. Como alternativa, el muestreo activo se realiza mediante la toma directa de aire en un contenedor inerte, impermeable y hermético. En cambio, en el método pasivo el contaminante es captado por difusión o permeación sobre una base, la cual puede ser un adsorbente sólido, ya sea impregnado con un reactivo específico o solo. Es un sistema más sencillo que el anterior aunque tiene sus limitaciones.
El procedimiento analítico consiste en una adaptación de los métodos utilizados para evaluar el aire exterior y el aire en un entorno industrial. Con esta metodología se obtiene un perfil de contaminación, el cual sugiere un nivel de contaminación interior durante el tiempo de muestreo. Dicho nivel de contaminación se obtiene en comparación con el aire limpio, el aire del exterior o con otros espacios interiores. Para llevar a cabo este procedimiento se utilizan monitores de lectura directa.
La contaminación de origen microbiano
De los métodos expuestos en este apartado para la medición de la calidad del aire interior, todos ellos se emplean en relación a la contaminación por agentes químicos. Por lo tanto, estamos hablando de contaminantes como el monóxido de carbono, el ozono, el dióxido de azufre y de nitrógeno, los formaldehidos, los COVs, plaguicidas y partículas en suspensión.
Sin embargo, los contaminantes que reducen la calidad del aire interior y que causan problemas de salud entre sus ocupantes también pueden ser de origen biológico. Estamos hablando de polen, detritus, ácaros, insectos, virus, bacterias, hongos, protozoos y compuestos orgánicos volátiles microbianos que requieren de su propio método de medición y análisis. En este caso, casualmente el estado microbiano del aire interior reflejará el estado del aire exterior. Por lo tanto se deberá de identificar los organismos y comparar ambos escenarios.
Conclusión
Como resumen a todo lo expuesto, podemos decir que en un ambiente interior no industrial la calidad del aire interior dependerá de la exposición a diferentes fuentes de contaminación, del grado de ventilación de dicho espacio para diluir dichos contaminantes y sobre todo de cómo dicha calidad del aire afecta a los ocupantes de dicho espacio, o más bien, de cómo la perciben a través de los sentidos y de las molestias que les pueda ocasionar.
En este sentido la normativa correspondiente debe regular de la manera más eficaz para garantizar a través de sus exigencias de diseño, dimensionado y ejecución que la calidad del aire interior es la más adecuada para cada edificio en función del uso del mismo y su localización.
Para la redacción de este artículo se ha tomado como fuente la normativa a la que se hace referencia y también el documento Capítulo 44. Calidad del aire interior de la Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo. En dicho documento, publicado por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, llama la atención lo siguientes párrafos que a continuación se transcriben para vuestra reflexión:
Existe otro punto de vista que considera a las personas como única fuente de contaminación del aire interior. Y no sería equivocado si estuviéramos tratando con materiales de construcción, muebles y sistemas de ventilación como los utilizados hace 50 años, cuando predominaban el ladrillo, la madera y el acero. Ahora bien, con los materiales modernos la situación ha cambiado. Todos los materiales generan contaminación, unos en pequeña y otros en gran cantidad, y juntos contribuyen al deterioro de la calidad del aire interior.
La calidad del aire interior, incluida la de las viviendas, se ha convertido en un problema de salud ambiental, como el control de la calidad del aire en el exterior o la exposición en el trabajo (…) Es un asunto que comenzó a preocupar a partir de 1973 cuando, debido a la crisis energética, los esfuerzos dirigidos a la conservación de energía se concentraron en la reducción de la entrada del aire exterior a los espacios interiores en la mayor medida posible, con el fin de disminuir los costes de calefacción y refrigeración de los edificios. Aunque no todos los problemas relacionados con la calidad del aire interior son consecuencia de medidas en materia de ahorro de energía, es evidente que conforme fue generalizándose ese principio, comenzaron a aumentar las quejas sobre la calidad del aire interior y a surgir todos los problemas.
Ambos textos pertenecen al apartado Calidad del aire interior: introducción, cuyo autor es Xavier Guardino Solá, del Capítulo 44 citado.
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