Tribuna de opinión: Roberto Solsona, Presidente de AEFYT: “Stop al uso del R404A y del R507A para salvar a la industria del frío”

Desde AREA (Asociación Europea de Instaladores de Refrigeración, Acondicionadores de Aire y Bombas de Calor) -de la que AEFYT forma parte y con la que hemos colaborado en la traducción de la documentación destinada a instaladores y usuarios de frío,- ASERCOM (Asociación de Fabricantes Europeos de Componentes), EFCTC (Asociación de Fabricantes Europeos de Fluorocarburos y Hexafluoruro de Azufre) y EPEE (Asociación Europea para la Energía y el Medioambiente) consideramos que, si no se toman medidas rápidas para la sustitución de estos gases por otros de menor PCA, la industria del frío se ve abocada a una escalada continuada del aumento de los precios y a una escasez inmediata de estos fluidos y de las mezclas que los contienen.

El Reglamento F-Gas contempla a partir de este año una reducción masiva en el uso de gases refrigerantes de efecto invernadero, a la que se suma la prohibición del uso de gases con un PCA (Potencial de Calentamiento Atmosférico) superior a 2.500 a partir del año 2020. Esto supone un nuevo esfuerzo para la industria del frío, que desde hace tiempo lleva a cabo una carrera contrarreloj para encontrar sustitutivos de menor PCA y con la misma capacidad de refrigeración y también para formar a los profesionales encargados de manejar los gases con plenas garantías de eficiencia y seguridad.

El desajuste entre la legislación y el estado del arte de la tecnología ha provocado una escalada de los precios ya desde principios de 2017, en que se han observado incrementos del 500% en gases como el R-404A. La escasez provocada por la falta de fluorita en mercados como el chino, aunque también el europeo, ha contribuido a crear una tormenta perfecta que mantiene las alarmas encendidas en todo el sector del frío.

El principal problema reside en encontrar sustitutivos al R-404A y al R-507A. Hay numerosas alternativas en desarrollo, pero aún requieren tiempo y sus propiedades difieren de las de sus predecesores en cuestiones como producción frigorífica volumétrica, nivel de presión o toxicidad. La seguridad es más importante que nunca ya que muchas de las alternativas de los R-404A y R-507A son inflamables.

En todo caso, hay que tener en cuenta que un gran número de otras opciones se encuentran actualmente en desarrollo –algunas muy avanzadas- y estarán disponibles a nivel comercial en una etapa posterior. En algunos casos, los nuevos fluidos solo esperan que se aprueben desarrollos normativos como el nuevo reglamento de seguridad, que dará vía libre a alternativas del grupo de refrigerantes L2 (ligeramente inflamables A2L), lo que podría suponer un alivio a la situación. Al mismo tiempo, se siguen probando y perfeccionado sistemas críticos y transcriticos basados en CO2 y sistemas de refrigeración con amoniaco.

La labor de las asociaciones va a ser crucial en los próximos meses ya que la información va a ser actualizada periódicamente para mantener a la industria del frío informada sobre los avances técnicos que se vayan produciendo, su disponibilidad en el mercado, el estado de la legislación y para dotar a los profesionales frigoristas de la formación adecuada.

Pero la reacción de la industria del frío debe ser inmediata, el mensaje que hemos lanzado desde las patronales es claro: “¡Si quiere seguir en el negocio, tiene que dejar de instalar R-404A y R-507A AHORA!”. Y, además, no se deben escatimar esfuerzos en cuanto a la adopción de medidas que favorezcan la reducción de fugas, la disminución de la carga de refrigerante de los equipos y la recuperación, reciclado o destrucción de los refrigerantes.

Para terminar, quiero recordar una advertencia más: es fundamental no caer en la tentación de acudir al mercado negro para adquirir gases refrigerantes. La situación descrita, unida en España a la aplicación el Impuesto sobre Gases Fluorados de Efecto Invernadero, ha hecho que el comercio ilícito se dispare con gravísimas consecuencias para el medio ambiente ante la posibilidad de fugas sin contabilizar y pérdida de eficiencia energética por parte de los equipos que los usan.