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Electrificar y descarbonizar la edificación y el transporte ¿Son suficientes los objetivos del PNIEC?

Electrificación y descarbonizaciónLa aprobación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y el proyecto de ley de creación del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE) han suscitado un debate sobre la relación entre electrificación y descarbonización. Mientras el presidente de Repsol, Antonio Brufau, acusa a estas normas de confundir descarbonización con electrificación y de llevar al fracaso la transición energética, la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha defendido que la descarbonización pasa por maximizar el ahorro, la eficiencia energética y la electrificación.

Este debate lo inició hace diez años la Fundación Renovables al proponer la corresponsabilidad de todos los sectores energéticos en la lucha contra el cambio climático y que no fueran solo los consumidores eléctricos los que asumieran su coste. Entonces los ataques interesados contra las renovables impidieron que se abriera la discusión y ahora, desde los sectores gasista y petrolero, se vuelve a agitar la “fiesta” de las renovables olvidando que, en realidad, la auténtica fiesta es la de los combustibles fósiles que han disfrutado ilimitadamente del principio de que contaminar es gratis en España, donde más del 90% de las emisiones no han compensado fiscalmente los daños causados.

Una definición del concepto de descarbonización

En la legislación de la Unión Europea no existe una definición del concepto de descarbonización. Esta anomalía la resuelve la Recomendación (UE) 2019/786, relativa a la renovación de edificios, al definir el parque inmobiliario descarbonizado como “aquel cuyas emisiones de carbono se han reducido a cero mediante la reducción de las necesidades energéticas, garantizando al mismo tiempo la satisfacción de las necesidades restantes a partir de fuentes de energía sin emisiones de carbono”.

La recomendación europea va más allá al proponer la inteligencia de los edificios como parte esencial de un sistema energético descarbonizado que haga uso intensivo de las energías renovables para conseguir una alta eficiencia energética y flexibilidad de la demanda, procurando que los beneficios se trasladen a los consumidores con edificios conectados, comunidades inteligentes con soluciones centradas en los ciudadanos y estándares para ciudades inteligentes, incluyendo la recarga de vehículos eléctricos.

La descarbonización es incompatible con el uso del carbón, el gas o el petróleo en cualquiera de sus colores y se vincula directamente a la alta eficiencia energética, la utilización masiva de energías renovables y la gestión inteligente de la demanda con el control del consumidor para reducir al mínimo las necesidades energéticas. 

El imperativo de electrificar con energías renovables

El Reglamento (UE) 2018/1999, sobre la gobernanza de la Unión de la Energía y de la Acción por el Clima, incluye en la dimensión de descarbonización de los planes nacionales integrados de energía y clima (PNIEC), el objetivo nacional vinculante de emisiones de gases de efecto invernadero y los objetivos de energías renovables en el consumo final de energía, su trayectoria indicativa, cuotas de renovables en calefacción, refrigeración y transporte, y medidas que faciliten el autoconsumo y las comunidades de energías renovables.

En cuanto a las estrategias de descarbonización a largo plazo, establece que deberán contribuir a un sistema energético de elevada eficiencia energética, basado en fuentes renovables para una reducción total de las emisiones. La alta eficiencia energética combinada con el uso de energías renovables es el mandato de la Unión de la Energía para descarbonizar la economía y reducir las emisiones a cero.

La Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo (ELP) que el Gobierno español aprobó en noviembre de 2020 establece para 2050 una reducción del 90% de las emisiones sobre la base de 1990, un objetivo del 100% de generación con renovables, reducción del consumo de energía primaria del 50% y la electrificación del 52% de la demanda final. “El resto se compondría de combustibles renovables y energías renovables de uso final”.

Los objetivos sectoriales de energías renovables de la ELP para 2050 se elevan hasta el 97% del consumo final, 97% en calefacción y refrigeración, 79% en el transporte y 100% en el sector eléctrico, que es el vector de la descarbonización. Según la ELP, “esta transformación implica no solo un sector eléctrico 100% renovable sino un sistema energético 100% renovable en el uso final de la energía”. 

Incoherencias de la planificación energética 2030-2050

Si con el 100% de electricidad renovable solo se alcanza un 52% de electrificación de la demanda en 2050, el objetivo del 90% de reducción de emisiones solo es una hipótesis. Añadir otras renovables, como combustibles renovables, renovables de uso final o el autoconsumo y la generación distribuida, sin cuantificar ni concretar objetivos, deja un hueco importante para la energía fósil.

El PNIEC plantea un objetivo de electrificación del 27% de la demanda final para 2030 desde el 24% actual, con un 74% de generación eléctrica renovable, un 42% de consumo final de renovables y un 39,5% de eficiencia energética para reducir las emisiones solo un 23%. Con objetivos más elevados de renovables y eficiencia de los que marca Bruselas, del 32% y 32,5% respectivamente, el PNIEC no llega ni a la mitad del objetivo europeo de reducción del 55% de las emisiones.

Los objetivos de España de emisiones y electrificación de la demanda encubren una planificación energética plagada de combustibles fósiles. No son objetivos coherentes y al no cuantificar los que corresponderían a generación distribuida, autoconsumo, comunidades energéticas o demanda flexible abren muchas incógnitas por los pobres objetivos de electrificación de la demanda y de reducción de emisiones, como analiza la Fundación Renovables en su informe “Democratizar la energía como proyecto de país”.

La patronal Eurelectric, propuso en su informe de 2018 “Descarbonisation Pathways” un objetivo del 65% de electrificación de la economía europea en 2030 para cumplir con el Acuerdo de París. La Unión Europea, después de elevar el objetivo de reducción de las emisiones al 55%, ha abierto el procedimiento para revisar las directivas europeas y adaptarlas al nuevo objetivo. ¿Por qué España no revisa ya el PNIEC y la planificación energética? 

El reto climático está en los sectores difusos

El 60% de las emisiones tienen su origen en la edificación y el transporte, que acumulan más del 70% del consumo final de energía. El verdadero reto del PNIEC está en los sectores difusos y en las renovables térmicas, según ha manifestado José María González Moya, Director General de APPA Renovables. Las necesidades de climatización, según APPA, suponen el 33% de la energía final consumida en España.

La estrategia de rehabilitación a largo plazo (ERESEE 2020) propone electrificar el 81% del sector residencial y el 91% del terciario con una mínima aportación de energía renovable, del 18% y el 8,5% respectivamente entre 2020 y 2050. No existe una estrategia para elevar el uso de energías renovables al 79% en el transporte y al 97% en la calefacción y refrigeración, a pesar de que supone una auténtica revolución. APPA propone electrificación y biocarburantes para lograr en 2030 el objetivo del 28% de renovables en el transporte y opciones como la biomasa, geotermia, solar térmica, aerotermia y bombas de calor para aplicaciones de calor y frio renovables que permitan alcanzar el objetivo del 42% de renovables en 2030. 

Por una electrificación beneficiosa y eficiente

Ni electrificar es conectar a la red todos los consumos, pensando que toda la electricidad será renovable, ni descarbonizar es sustituir combustibles fósiles por renovables. Esta es la confusión que alargará el uso de los combustibles fósiles en España hasta 2030 y 2050. La regulación eléctrica y los códigos de construcción siguen asentados en un modelo energético centralizado, sin competencia, con una importante aportación de energía fósil.

Mientras el desarrollo de las renovables se haga con el actual marco regulatorio, las incoherencias y los costes crecerán, ya que el modelo centralizado es por su naturaleza especulativo y rentista. Necesita incrementos constantes de la oferta y de la demanda y no de la eficiencia energética ni de la participación de los consumidores.

La transición energética no es sustituir térmicas y nucleares por renovables a gran escala sino pasar de un modelo energético centralizado a otro distribuido en el que la proximidad de la generación y el consumo permita la gestión inteligente de la demanda por los propios consumidores.

La electrificación centralizada y el monopolio natural de las redes de distribución es lo que crea confusión al impedir el desarrollo de los recursos energéticos distribuidos, como el autoconsumo, las comunidades de energías renovables, el almacenamiento detrás del contador, la recarga de vehículos eléctricos, el edificio de consumo nulo de energía, la agregación de la demanda o las aplicaciones y contadores inteligentes como instrumentos de eficiencia energética al servicio del consumidor.

Los retos de la electrificación y la descarbonización solo se alcanzarán equilibrando el mix energético con más energía distribuida y flexible, asignando un valor al ahorro de energía, para facilitar a los consumidores el acceso a los instrumentos de eficiencia energética y reconocer los derechos que las directivas europeas establecen para el consumidor y cliente activo.

Modificado por última vez enMartes, 29 Noviembre 2022 13:12

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