Cuando se plantea una instalación para satisfacer una demanda de calefacción y agua caliente sanitaria, normalmente nos centramos más en optimizar la parte de calefacción (que tradicionalmente es la que más carga térmica ha solicitado), dejando en segundo plano la parte de ACS. No obstante, tenemos que tener en consideración que, dependiendo del tipo de instalación, el consumo energético que se destina para la demanda de ACS puede llegar a ser el 30% de la factura energética total (como pasa en tipologías de obras terciarias grandes consumidoras de agua caliente como son los hoteles, gimnasios, hospitales, etc…).
Este porcentual puede ser mayor (del orden del 45%) en instalaciones de tipo residencial proyectadas en base al CTE vigente del 2019 (según RD 732/2019).