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La Unión Europea valora la técnica del fracking ante la crisis con Rusia

FrackingLos recientes acontecimientos ocurridos en Ucrania y la vulneración del derecho internacional por parte de Rusia con la anexión del territorio de Crimea, han desencadenado una de las crisis políticas internacionales más serias de las últimas décadas provocando que la Unión Europea valore su actual situación de dependencia energética y se abra el debate en torno a la técnica del fracking.

Esta situación ha provocado que la Unión Europea haya decidido dar un giro radical a sus relaciones comerciales con Rusia más allá de las sanciones que finalmente se impongan. En la reciente cumbre celebrada el pasado día 21 de marzo, la UE se ha fijado como objetivo poner fin a su dependencia energética de Rusia que actualmente suministra un tercio del gas y del petróleo que se consumen en el viejo continente y que según declaraciones del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, nos acercarían al 85% para el año 2035.

Los líderes europeos proponen "moderar la demanda de energía mediante la mejora de la eficiencia energética" y "diversificar su suministro energético". En este sentido, la Unión Europea insta a "desarrollar la energía renovable y otras fuentes de energía internas y coordinar el desarrollo de infraestructuras para apoyar esta diversificación".

Técnica del fracking

La denominación "fuentes de energía interna" hace referencia a la explotación de yacimientos de gas natural mediante la técnica de la fragmentación hidráulica o fracking, una técnica utilizada para la extracción del gas de esquisto (shale gas) acumulado entre las rocas a 2.000 y 3.000 metros de profundidad.

Esta técnica, utilizada de forma masiva en Estados Unidos desde hace varios años, permite liberar hidrocarburos no convencionales almacenados en rocas de muy baja permeabilidad localizadas a gran profundidad (más de 3.000 metros). Mediante unos conductos se inyecta de forma horizontal agua a alta presión, mezclada con arena y sustancias químicas con el fin de fracturar la roca y permitir que el gas se libere a través de las grietas.

Estos hidrocarburos no convencionales necesitan de una técnica específica para ser extraídos y se presenta en diversas formas. Las más conocidas son el shale gas también llamado gas de esquisto o gas de pizarra; y el «shale oil», el petróleo de esquistos bituminosos.

La práctica del fracking genera gran división de opiniones. Por un lado, los grupos ecologistas denuncian que este proceso conlleva una serie de impactos ambientales muy graves, entre ellos, la contaminación de las aguas subterráneas, contaminación atmosférica, emisión de gases de efecto invernadero, terremotos (sismicidad inducida), contaminación acústica e impacto paisajístico.

En el lado contrario, se sitúa el entramado empresarial europeo con importantes necesidades energéticas (sector azulejo, químico, papel...) quien de cara a la estrategia en materia energética UE 2030, han publicado un Manifiesto firmado por 137 directores ejecutivos que representan a la industria manufacturera de la UE en el que reclaman al Consejo Europeo orientar su trabajo al apoyo de "una energía competitiva en coste y segura" y donde afirman que "ignorar la opción del shale gas/gas pizarra, sería un gran error".

El fracking en EEUU

Desde luego, es un hecho que el gran potencial de la fractura hidráulica es la gran cantidad de hidrocarburos a los que se puede acceder. Tomando como ejemplo el caso de Estados Unidos, el país norteamericano está consiguiendo cambiar el tablero de juego en lo que a estrategia energética se refiere.

A finales del año pasado, la producción de petróleo en EEUU supero a las importaciones y es que desde 2008 la producción de petróleo con este sistema ha supuesto un incremento de la producción total de un 30% creando a su vez un gran número de puestos de trabajo. Adicionalmente, se ha producido una rebaja en el precio del gas natural que ya se paga muy por debajo de su precio en Europa. Esta rebaja en el precio del gas ha provocado un incremento en el uso del gas para la generación de energía en las centrales eléctricas.

Mientras tanto en Europa, el asunto de fracking se ha llevado con gran cautela. No existe legislación comunitaria en este sentido y hasta ahora la UE se ha limitado a realizar una serie de recomendaciones no vinculantes para los estados miembros relativas a la planificación, evaluación del impacto medioambiental, control de las emisiones e información a la población. En definitiva, para Europa se trata de una cuestión estatal.

En este sentido, países como Polonia, Estonia, Lituania, Hungría (los más cercanos a Rusia) llevan tiempo tratando de reducir su dependencia energética, especialmente en relación al gas. En el caso concreto de Polonia se estima que podría tener unas reservas recuperables de shale gas suficientes para cubrir su demanda durante 75 años. De momento, han empezado perforando 50 pozos con la intención de llegar a los 300 en 2015. Para ello, el gobierno polaco presentó recientemente un proyecto para simplificar y acelerar los procedimientos para que las empresas extranjeras obtengan licencias de perforación.

Posicionamiento de España


Por su parte España no es ajena a esta cuestión. Si tenemos en cuenta que las necesidades energéticas de la sociedad son cada vez mayores y que el ejecutivo español está teniendo serias dificultades para garantizar la estabilidad financiera del sistema eléctrico, no es de extrañar que el gobierno esté valorando esta vía.

De hecho, el pasado mes de enero la Dirección General de Política Energética y Minas presentó un informe en relación al fracking en el que se señala que "los hidrocarburos no convencionales despiertan "un notable interés por su contribución al autoabastecimiento energético de los países que los explotan y por el desarrollo económico que implican (empleo e inversiones)".

El citado informe también reconoce la preocupación social por el impacto ambiental que se atribuye a esta técnica, impacto que el Ministerio de Industria intenta minimizar alegando que el fracking "como cualquier actividad industrial, implica unos riesgos específicos muy significativos que deben ser gestionados adecuadamente" y añade que, "existe la tecnología necesaria para minimizar los riesgos", y que "es necesario garantizar que la industria actúa responsablemente conforme a las mejores prácticas, lo cual solo puede lograrse mediante una regulación estricta".

En España, "hay mucha incertidumbre" tanto sobre el volumen de reservas de hidrocarburos no convencionales como sobre su posible recuperación del subsuelo y su viabilidad económica. Y aunque desde Industria se cree que el desarrollo de los recursos no convencionales de gas natural no servirá para que España sea autosuficiente desde el punto de vista energético, sí "puede contribuir notablemente a aliviar la balanza energética e incrementar la seguridad de suministro, reduciendo la dependencia de otros países".

En definitiva, la Dirección General de Política Energética y Minas considera que está justificado permitir el desarrollo de este tipo de proyectos "dada la importancia estratégica del suministro energético, tanto a nivel nacional en términos de seguridad de suministro y de balanza de pagos, como a nivel regional y local, por su potencial para generar actividad económica complementaria y compatible con el tejido existente", siempre que "se garantice el estricto cumplimiento de las medidas de seguridad y protección medioambiental vigentes".

Sólo queda convencer a la ciudadanía y a las Comunidades Autónomas de que acepten la introducción de estas técnicas, temerosos de que se destruya su patrimonio medioambiental y se produzcan transformaciones del entorno irreversibles.

Modificado por última vez enMiércoles, 21 Abril 2021 12:44

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