Bidet en el baño ¿sí o no?
- Escrito por Benilde Pardo
Al igual que nos pasa cuando tenemos que decidir entre ducha o bañera, ¿quién no se ha hecho esta pregunta, a la hora de construir o reformar un cuarto de baño? siempre es conveniente tener en cuenta una serie de consideraciones que nos ayuden a tomar la mejor decisión y que vamos a repasar a lo largo de este artículo.
El bidet, bidé o incluso bidel, toma su nombre de la palabra francesa “bidet”, pequeño caballo para los niños o las damas, debido a la postura que se adopta durante su uso.
Los hábitos de higiene han cambiado mucho a lo largo de la historia, lo que sugiere que ninguno tiene por qué ser definitivo y pueden ir variando a medida que se producen cambios sociales y desarrollos tecnológicos.
En la España de los años 70 se produjo el boom en que todas las nuevas construcciones incorporaban un bidet al baño. En los últimos años, debido a la reducción de los metros por vivienda, los cuartos de baño cada vez son de menores dimensiones lo que hace que se plantee la cuestión de prescindir de este sanitario y se tienda a instalar plato de ducha en lugar de bañera.
Sin embargo, la llegada del coronavirus ha acentuado los hábitos de higiene como medida de prevención disparando las ventas de bidets. Hasta los norteamericanos, a los que había que incluirles manual de instrucciones sobre el uso de este sanitario cuando se alojaban en hoteles europeos, han empezado a interesarse por él. Y es que, aunque nos pueda parecer extraño, su uso se reduce a un limitado número de países en el mundo. E incluso en estos países, estará determinado por factores que trascienden a las costumbres familiares, culturales o religiosas.
El mecanismo del bidet también varía de un país a otro. Así, en España, Portugal o Italia el chorro de agua es horizontal mientras que en Argentina o Paraguay es vertical, es decir, sale de abajo a arriba. En Japón o Tailandia está incorporado al inodoro y completamente automatizado, mientras que en los países árabes lo habitual será encontrar un grifo auxiliar.
Sea como sea, el debate está servido: ¿bidet sí, o no? Pues como diría Pau Donés, “depende”.
Pocas cuestiones (aparte de la cebolla en la tortilla de patata) resultan tan polarizantes como ésta. Preguntando a familiares y amigos para escribir este artículo, no he encontrado absolutamente nadie que se mostrara neutral ante esta pregunta: o lo aman o lo odian. Hay para quienes no tiene ningún sentido y sólo es un gasto de dinero y espacio, y sin embargo otros no conciben un cuarto de baño sin él.
En el caso de que seas de los que sí lo consideran útil, a la hora de decidir si colocarlo en el cuarto de baño o no, en mi opinión hay dos cuestiones fundamentales a las que debemos dar respuesta:
- ¿Disponemos de suficiente espacio?
- ¿Cuáles son los hábitos higiénicos de las personas que utilizan ese cuarto de baño?
¿Disponemos de suficiente espacio?
Obviamente, si la respuesta a esta pregunta es que no, poco más habría que decir por mucho que seamos amantes del bidet. Tal vez tengamos que decidirnos por otras opciones que comentaremos más adelante.
En el caso de que sí que dispongamos de suficiente espacio, o de que tengamos más de un cuarto de baño, convendría plantearse instalarlo aunque sólo fuera en uno de ellos ya que nuestras necesidades pueden variar con el tiempo.
Lo más común no es elegir hacerlo en el cuarto de baño de invitados, pero sí lo sería en el de los niños.
Si planificamos tener hijos en un futuro, las familias con niños pequeños suelen encontrarlo de gran utilidad por diversos motivos. Al estar a su altura, se puede adaptar con su propio jabón, toalla e incluso personalizarlo con un pequeño espejo para que pueda alcanzarlo todo y, en un espacio que es sólo para él, aprenda a lavarse las manos, los dientes o peinarse, de forma divertida.
¿Cuáles son nuestros hábitos higiénicos?
No es una cuestión de ser más o menos limpios, pero en lo tocante a la higiene personal, cada uno tiene sus hábitos y costumbres que son los que hay que identificar para saber las necesidades a cubrir.
Aunque sus usos son variados, principalmente el bidet se emplea para la higiene genital y anal después de evacuar. Si bien varía de un país a otro, en España no sustituye al uso del papel higiénico.
Hay quien a parte de ducharse por la mañana, lo emplea a lo largo del día o antes de irse a dormir para volver a asearse en esas zonas o en los pies. También hay usuarios que manifiestan utilizarlo en los momentos previos o posteriores a mantener relaciones sexuales y, en el caso de la mujer, aumenta durante el periodo de la menstruación.
Para los detractores del bidet, en todos estos casos, el uso del bidet puede ser sustituido por una ducha completa. En algunos casos, las personas mayores o con determinados problemas de movilidad no acostumbran a ducharse todos los días, pero sí utilizan el bidet para su aseo personal.
Incluso hay quien lo utiliza para lavar pequeñas prendas que necesiten estar a remojo.
A parte de lo anterior, tampoco podemos obviar las cuestiones meramente estéticas y de diseño. Si queremos colocar un lavamanos o una bañera exenta como pieza principal alrededor de la que concebir nuestro cuarto de baño, probablemente también nos hayamos planteado separar parcialmente el inodoro con un tabique o incluso hacerle una estancia específica. Esto hará difícil que encontremos el sitio adecuado para el bidet, que quedará bastante descolgado del diseño.
Sea cual fuere el motivo que nos lleve a la instalación de un bidet, una vez lo tengamos claro, se nos plantearán otras dos cuestiones a resolver:
¿Dónde colocamos el bidet?
El bidet se suele ubicar al lado del inodoro, siendo la forma que genera más armonía. En función del layout del cuarto de baño, también es posible colocar ambas piezas enfrentadas. En cualquiera de los dos casos, es muy importante tener en cuenta las distancias mínimas entre uno y otro para un uso cómodo de ambos.
Si bien no hay una normativa común al respecto de medidas entre sanitarios, sí puede existir una normativa de habitabilidad que afecte localmente a la ciudad en la que se encuentre la vivienda, por lo que siempre es recomendable revisar este punto.
En cualquier caso, la distancia a ejes entre el bidet y el inodoro suele ser de 70-75 cm, lo que equivale a unos 25 cm aproximadamente libres lateralmente entre aparatos como mínimo. Con respecto a la pared, la distancia debe ser al menos de 20-22 cm. Y por delante, al igual que sucede con el inodoro, es conveniente dejar un mínimo de 70-75 cm para poder utilizarlo con comodidad.
En el libro “Arte de proyectar en Arquitectura” de Ernst Neufert podemos consultar estos y otros fundamentos, normas y prescripciones para la edificación.
Tanto el bidet como el inodoro es recomendable que se ubiquen en la parte menos visible y evitar que sea lo primero que capte nuestra atención al abrir la puerta del cuarto de baño.
¿Qué tipo de bidet elegimos?
Existen tres tipos de bidets: de pie, compactos y suspendidos.
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De pie
Es el modelo más clásico de todos los tipos de bidet y el que tiene una mayor facilidad en la instalación. Por otro lado, hay que tener en cuenta que las conexiones de agua son visibles al estar colocadas detrás y quedar un espacio entre el sanitario y la pared.
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Compacto
Al igual que el modelo de pie, tienen una instalación bastante fácil y en este caso todas las conexiones forman parte del cuerpo del bidet. Son más fáciles de limpiar y generalmente tienen un aspecto de líneas rectas y minimalistas.
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Suspendido
Conlleva una obra mayor que en los dos casos anteriores, ya que las tuberías van empotradas dentro de la pared. Favorece la limpieza y confiere el acabado más elegante de los tres. No es el más indicado para morfologías XXL.
El color, tamaño y forma del bidet son cuestiones de espacio y diseño. Los materiales son generalmente cerámica y porcelana, aunque también podemos encontrar actualmente otros materiales como acero el inoxidable.
Smart Toilet
Como decía al principio de este artículo, los hábitos higiénicos pueden cambiar, entre otras cosas, por los avances tecnológicos. Ese es el caso de la última moda en inodoros: el inodoro inteligente que ha llegado para quedarse. Para algunos, la mejor aportación de los japoneses a la humanidad (con permiso del palo seflie).
Podríamos decir que es una combinación entre un bidet y un inodoro, pero realmente es mucho más. No sólo nos ayuda a mejorar nuestra higiene personal, sino también la propia limpieza del inodoro. Los modelos más avanzados incluso podrán analizar las heces para detectar problemas de salud.
Existen principalmente dos tipos en el mercado:
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Inodoro inteligente
Dispone de innumerables opciones que nos permiten desde regular la temperatura del agua a calentar la tapa del baño. Prácticamente todas las marcas del mercado disponen de un modelo Smart toilet con distintas funcionalidades dependiendo del presupuesto que queramos destinarle.
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Tapa inteligente que se coloca sobre el inodoro
Con un simple cambio de la tapa, que es la que lleva la tecnología incorporada, transformamos el inodoro añadiéndole la función de bidet. Es una solución con menos funcionalidades que la anterior pero que cumple a la perfección su misión y se adapta a presupuestos más modestos.
Ambas opciones son excelentes si no queremos renunciar al bidet, pero el tamaño de nuestro cuarto de baño nos condiciona.
En el lado negativo de la balanza, destacar que tanto uno como el otro, requieren de instalación eléctrica y que el consumo de nuestra factura se puede ver incrementado.
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