Rehabilitación de instalaciones de calefacción y agua caliente para mejorar la eficiencia energética de una vivienda
- Escrito por Idoia Arnabat CALORYFRIO
La Fundación de la Energía de la Comunidad de Madrid, FENERCOM, ha publicado recientemente una guía titulada “Renovar para consumir menos energía” con la que pretende fomentar la rehabilitación energética de edificios y concienciar a la población del importante ahorro en el consumo energético que se puede llegar a obtener mejorando la eficiencia energética de los sistemas de calefacción y agua caliente y en definitiva, realizar un uso racional de los recursos disponibles.
Tal y como se menciona en el Manual, los equipos de calefacción y agua caliente sanitaria (ACS), los electrodomésticos y los sistemas de iluminación tienen un gran impacto en el consumo energético de nuestros hogares ya que, en conjunto, representan casi el 90% del consumo de energía que realizamos.
Y en este sentido, cuanta menos energía se utilice y de forma más eficiente, es decir cuantas menos emisiones de CO2 se generen y cuanta mayor sea la proporción de energía limpia con bajas o nulas emisiones frente a las de origen fósil, menor será la huella de carbono de la vivienda, entendiendo en concepto de huella de carbono como la cantidad de gases efecto invernadero (GEI) emitidos por un individuo, organización, evento o producto, de forma directa o indirecta.
Mejora de los sistemas de calefacción
Siempre es conveniente asegurarnos que nuestro sistema de calefacción es eficiente. Existen sistemas de calefacción central anteriores al año 1980 diseñados para unas temperaturas que difieren en gran medida de las actuales y que provocan que por el tipo de caldera y su potencia excesiva, un despilfarro de energía superior al de la energía que se aprovecha. Adicionalmente, en muchas de estas viviendas, se ha mejorado el aislamiento térmico lo que ha provocado que el nivel de calefacción original resulte excesivo para las nuevas condiciones del edificio.
Una sustitución integral de los sistemas de calefacción ofrece en estos casos una oportunidad para mejorar su eficiencia energética aunque también una mejora parcial puede reportar muchos beneficios.
Es habitual que las instalaciones de calefacción sufran pérdidas de energía en forma de calor en distintas partes de su circuito. Dependiendo de cada caso, estas pérdidas pueden reducirse al mínimo, sustituyendo el sistema de producción de calor y mejorando la distribución (conductos, tuberías…), la forma de emisión de calor (radiadores) y la regulación (termostatos, etc.).
Sistemas para generación de calor más eficientes
Para sistemas de calefacción de agua, lo más recomendable es utilizar calderas de alta eficiencia energética que, actualmente incorporan modernas tecnologías para aprovechar al máximo la energía del combustible y adaptan automáticamente su potencia a las necesidades reales de calor.
A pesar de su precio superior, el ahorro en combustible que proporcionan, permite amortizar el sobrecoste en menos de la mitad de la vida útil de la caldera (5-8 años).
Algunos ejemplos de calderas de alta eficiencia energética son:
Calderas de baja temperatura: limitan la temperatura del agua de 35-40ºC (80ºC en las calderas estándar), lo que prácticamente elimina las pérdidas por arranque y parada del quemador (pérdidas por disposición de servicio), responsables del 12-13% del consumo total de combustible. Proporcionan un ahorro energético del 15%, e incluso superior.
Calderas de condensación: aprovechan la energía que normalmente se pierde a través de la chimenea, recuperando una parte importante de calor de los humos de combustión. Con ellas se consume entre un 30-35% menos que con una caldera estándar, y un 15% menos que con las de baja temperatura, y se reducen las emisiones de CO2 un 30% y las de NOx más del 50%.
En cualquier caso, es importante elegir una caldera con una potencia adecuada al tamaño y características de la vivienda ya que una caldera demasiado potente no garantiza necesariamente un mayor confort, es más cara y consume más de lo necesario.
Bomba de calor: se trata de otra tecnología eficiente, con bajas emisiones de CO2, que toman la energía de una fuente exterior ( aire, agua, terreno) y la convierten en frío, calor y agua caliente sanitaria, con un consumo hasta 4 veces inferior a una caldera de gas.
Microgeneración: un sistema en el que un mismo equipo genera al tiempo electricidad y calor.
En el caso de estas últimas tecnologías, su aplicación a edificios de viviendas pequeños no se ha generalizado por el elevado coste de los equipos y de la instalación.
Tipos de combustible
En el caso de los combustibles, las posibilidades de elección están normalmente limitadas por la ubicación y accesibilidad de la vivienda y el tipo de calefacción. Aunque es importante tener en cuenta, que dentro de estos condicionantes, en la elección del combustible debemos valorar y considerar tanto los aspectos económicos como los ambientales.
En el aspecto económico, la cantidad de calor por unidad de energía varía mucho de un combustible a otro y el cambio de un combustible a otro puede tener consecuencias no sólo económicas sino también energéticas.
Por ejemplo, el gas natural alcanza un 72-88% de eficiencia, el gasóleo C un 60-86% y la electricidad solo el 30%, cuando se emplea para calentar el agua mediante resistencias.
El gas natural tiene un precio más bajo por kWh generado en calderas, seguido del gasóleo C y el propano, que son alrededor de un 30% más caros. La electricidad (mediante resistencias) es la más cara: a precios diurnos cuesta casi el triple que el gas natural.
En el aspecto ambiental, la mejor opción es utilizar combustibles y/o fuentes de energía renovables, de bajas o nulas emisiones.
La principal alternativa al gasoil, en las zonas rurales se comienza a utilizar la biomasa, un combustible renovable, procedente de residuos forestales y agrícolas. Está disponible en formatos muy variados (pellets, briquetas, etc.) y existen en el mercado calderas domésticas provistas de dispensador de carga automática y otros sistemas que permiten mantener las brasas.
Sistemas de distribución
Las pérdidas de calor en las tuberías de conexión de las calderas y calentadores con los radiadores y puntos de consumo de agua caliente, pueden reducir hasta un 50% el rendimiento de la instalación.
Por este motivo, conviene aislar todas las tuberías primarias, las que discurren por el suelo, por el exterior de la envolvente y a través de falsos techos y estancias de calefacción (sala de caldera, ático, sótano…).
Se utilizan cubre-tuberías flexibles de lana mineral o espuma sintética (poliuretano, poliestireno…) aunque existen alternativas más ecológicas pero más difíciles de implementar.
A la hora de acometer una reforma de la distribución interior, conviene acortar al máximo la longitud de los recorridos, situando por ejemplo, el termo de agua caliente lo más cerca posible de la cocina y los baños, así como situar las conducciones en los huecos del suelo que estén aislados.
Radiadores
En cuanto a los radiadores de los sistemas de calefacción, normalmente se sitúan en la pared más fría de cada habitación y bajo las ventanas lo que ocasiona pérdidas de energía importantes. Se estima que en una pared de ladrillo de 24 cm., se pierde el equivalente a 39 litros de gasóleo por metro cuadrado.
Para limitar la emisión de calor hacia la pared interior y dirigir el calor hacia el interior de la estancia, pueden colocarse detrás de los radiadores, paneles reflectantes. Si la pared no está aislada, puede ser conveniente colocar además, una capa de aislamiento de 2 a 3 cm de grosor.
También existe la opción de sustituir los radiadores antiguos por otros energéticamente más eficientes. Aquí les detallamos algunos ejemplos:
Radiadores de bajo contenido de agua (baja inercia); se consiguen ahorros de hasta el 12%. Tardan tres veces menos en calentarse, menos de 10 minutos, y responden de forma inmediata a los cambios de temperatura.
Radiadores de bajo consumo: trabajan con agua a unos 45ºC frente a los 70ºC habituales con un ahorro en combustible de hasta el 30%. En combinación con calderas eficientes el ahorro que puede alcanzarse es de hasta el 50%.
Suelo radiante de baja temperatura: es el sistema más eficiente. Las conducciones de agua están integradas en el suelo. Trabaja a baja temperatura (30-35ºC) y sirve tanto para calefacción como para refrigeración. Este sistema proporciona una mayor sensación de confort porque favorece una distribución del calor más adecuada al cuerpo humano, con temperaturas más altas en los pies y más bajas a la altura de la cabeza.
Regulación, ahorros de hasta el 30%
Otro elemento fundamental para evitar derroches de energía y aumentar el confort de una vivienda es la regulación. Disponer de un sistema de regulación es importante no solo para que la temperatura interior se adapte a las necesidades de cada momento, sino también para proporcionar ahorros de energía de hasta el 30%.
Algunos ejemplos en regulación son:
- Cronotermostatos con control a distancia: son dispositivos de programación idóneos para una segunda residencia ya que cuentan con accesorios de control remoto que permiten encender la calefacción a distancia a través del teléfono móvil.
- Válvulas termostáticas: se instalan en los radiadores. Tienen varios niveles de ajuste para abrir o cerrar el paso de agua caliente en función de la temperatura deseada. Las válvulas termostáticas permiten un ahorro de entre el 8% y el 13%.
- Termostatos con enchufe: están específicamente diseñados para equipos de aire acondicionado de ventana y calentadores portátiles.
Los sistemas domóticos ajustan sistemáticamente los consumos a las necesidades, ahorrando a través de la regulación de la temperatura por zonas, el cierre y apertura de toldos y persianas, y la detección de presencia de personas.
También en la climatización por aire, tecnologías como la inverter y volumen de aire variable, ajustan el volumen de aire a la presencia de personas, obteniendo un 20% más de rendimiento.
Por último, se aconseja si la vivienda está desocupada gran parte del día, instalar un termostato programable de periodicidad semanal, que permita fijar la temperatura en diferentes franjas horarias, diferenciando entre festivos y laborables.
En definitiva, debemos tener en cuenta que el objetivo prioritario de la rehabilitación energética, es disminuir la demanda energética de la vivienda, especialmente en la climatización (calefacción y refrigeración), controlando las pérdidas de calor en invierno y las ganancias en verano y controlando la ventilación (esencial para la salud de las personas).
Solo disminuyendo las necesidades energéticas de una vivienda son eficaces medidas como las actuaciones sobre instalaciones y el empleo de sistemas de aprovechamiento de energías renovables como la energía solar o la biomasa.
Fuente: Guía “Renovar para consumir menos energía” de Fenercom
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