De cara a la Cumbre del Clima, el informe revela que es más importante que nunca que los que diseñan las políticas, la industria y otras partes interesadas entiendan perfectamente el estado del sector energético en la actualidad para ver qué cambios son transitorios o cíclicos, cuáles van a perdurar, qué riesgos y oportunidades se presentan, y qué se puede hacer para conferir unas bases más seguras y sostenibles al sistema energético. El informe Perspectivas para la energía mundial 2015, con un análisis basado en escenarios que se extienden hasta 2040 y con numerosos casos prácticos que podrán servir como orientación para estas cuestiones.
En la actualidad, el 50% del uso energético de China está sujeto a estándares de eficiencia energética obligatorios, frente al 3% del año 2005.
Crecientes necesidades mundiales de energía
Es un hecho, que los compromisos adquiridos con anterioridad a la COP21 avanzan con el fin de impulsar un sistema energético más eficiente y con menos emisiones de CO2, pero también es un hecho que las necesidades mundiales de energía continúan su crecimiento.
El uso de la energía en el mundo va a experimentar un crecimiento de un tercio hasta 2040, protagonizado principalmente por la India, China, África, Oriente Medio y el Sudeste Asiático. Así, los países no pertenecientes a la OCDE representan conjuntamente todo el crecimiento del uso mundial de energía, ya que las tendencias económicas estructurales y demográficas, aliadas con una mayor eficiencia energética, reducen el consumo en el conjunto de los países miembros de la OCDE desde el máximo alcanzado en 2007.
China, uno de los protagonistas en la demanda energética mundial
El peso de China en el mundo de la energía es enorme: sigue siendo con mucho el mayor productor y consumidor de carbón del mundo durante el periodo de previsión tenido en cuenta en el informe; el país instalará más capacidad de generación eléctrica renovable que cualquier otro país; y hacia 2030, superará a Estados Unidos como mayor consumidor de petróleo y tendrá un mercado de gas más grande que el de la Unión Europea.
La demanda energética total de China en 2040 será casi el doble que la de Estados Unidos. Pero los cambios estructurales de su economía, que favorecerán la expansión del sector de los servicios más que de la industria pesada, significan que se requerirá un 85% menos de energía que en los últimos 25 años para generar cada unidad del futuro crecimiento económico.
En la actualidad, el 50% del uso energético de China está sujeto a estándares de eficiencia energética obligatorios, frente al 3% del año 2005. Este hecho, unido al despliegue a gran escala de las energías eólica, solar, hidráulica y nuclear, conducirá a un estancamiento, seguido de un pico de emisiones de CO2 alrededor de 2030.
India, la mayor proporción de crecimiento energético
La India, hoy por hoy, alberga en su geografía a un sexto de la población mundial y constituye la tercera economía más grande del mundo; sin embargo, representa solamente el 6% del uso de energía mundial y uno de cada cinco habitantes – 240 millones de personas– todavía carece de acceso a la electricidad.
Pero su importancia radica en las nuevas políticas puestas en marcha para acelerar la modernización del país, desarrollar su base industrial lo que deberá traducirse en , una población e ingresos al alza, y 315 millones de personas más que se prevé vivan en las ciudades indias en 2040. Con este panorama, la India está entrando en un período sostenido de rápido crecimiento del consumo energético.
Aumentará la demanda de carbón, aumentará la demanda de petróleo y se deberá intensificar el desarrollo en tecnologías de bajas emisiones de CO2. La India se enfrenta a un gran reto durante la próxima década si quiere cumplir con su compromiso de alcanzar, para 2030, que fuentes no fósiles supongan el 40% de la capacidad del sector eléctrico.
Mantener bajo control los costes de estos proyectos será vital para la futura posición competitiva del gas.
El precio del petróleo
Según el informe elaborado por la AIE, el precio del petróleo raras veces es armonioso, pero, en el escenario contemplado, el mercado se estabiliza en 80 USD/barril en 2020 aumentando posteriormente.
A este respecto, el director ejecutivo del organismo, Fatih Birol, ha comentado que "lo más probable" es que el precio del barril, ahora en torno a los 50 dólares, suba en los próximos años a medida que el mercado "se reequilibra", con un aumento de la demanda y un descenso del suministro”.
Con estas estimaciones, el precio del crudo llegaría a 80 dólares en 2020, cuando se alcanzaría un pico de demanda, tras lo cual ésta continuaría subiendo pero de forma más moderada, debido a precios también al alza, hasta el equivalente de unos 103,5 millones de barriles diarios en 2040.
En este "escenario central" presentado por la AIE, la demanda de crudo conjunta de la Unión Europea (UE), Estados Unidos y Japón desciende en 10 millones de barriles diarios en los próximos 25 años, mientras que el suministro de fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) también baja, hasta 55 millones de barriles diarios, por la falta de inversión.
En la OPEP, donde producir petróleo es más barato, el mayor crecimiento de la producción vendría de Irak e Irán, aunque ambos países afrontan, respectivamente, "el riesgo de inestabilidad y la falta de infraestructuras", según Birol.
¿Pero, y si los precios permanecen bajos durante más tiempo?
Una de las opciones que no se puede excluir es un posible escenario en el que se prolongue el periodo de precio bajo del petróleo, por ejemplo, hasta el final de la presente década considerando un aumento progresivo del precio hasta los 85 USD/barril en 2040.
Esta trayectoria se basa en varias hipótesis: un crecimiento más bajo de la economía global a corto plazo; un Oriente Medio más estable y un cambio duradero de la estrategia de producción de la OPEP a favor de asegurar una cuota más elevada del mercado petrolífero (así como un precio que defienda la posición del petróleo en el mix energético mundial); y un suministro más resistente de los países no miembros de la OPEP, sobre todo de petróleo de formaciones compactas estadounidense. Con una demanda mayor, liderada por el sector del transporte, que eleva el uso del petróleo hasta los 107 millones de barriles de petróleo en 2040, la continuidad de este escenario depende de la capacidad y la voluntad de los mayores poseedores de recursos de bajo coste para producir a niveles mucho más elevados.
En cualquier caso, para el director ejecutivo del organismo, Fatih Birol, el bajo precio actual "no debe llevar a la autocomplacencia", pues, aunque beneficia al consumidor, "amenaza la seguridad energética" y aumenta el riesgo de un encarecimiento súbito si no se mantienen los niveles adecuados de inversión.
Otro riesgo de que persistan los precios bajos del crudo es que "los países dejen de invertir en energías renovables", lo que socavaría su actual tendencia al alza.
Vientos desfavorables para el gas natural
China y Oriente Medio son los principales centros de crecimiento de la demanda de gas, convirtiéndose en mayores consumidores que la Unión Europea, donde el consumo de gas no volverá al punto máximo alcanzado en 2010.
A la vista de los precios bajos del gas ya existentes en Norteamérica y de la bajada en otras partes debido a la amplia demanda y a la indexación con los precios del petróleo, hay mucho gas a precios competitivos esperando compradores durante la primera etapa de las “Perspectivas”. Pero el alcance de la expansión a largo plazo se ve limitado por políticas de eficiencia, sobre todo en el sector de los edificios, y por la competencia de las renovables y del carbón en la generación de electricidad; y podría verse aún más limitado si la inversión diferida en el actual entorno de bajos precios se tradujera en mercados más ajustados en la década de 2020.
Un quinto del aumento pronosticado de la demanda mundial corresponde al gas transportado a largas distancias a través de gasoductos o proyectos de GNL. Mantener bajo control los costes de estos proyectos será vital para la futura posición competitiva del gas.
en el año 2040, la generación basada en energías renovables alcanzará una proporción del 50% en la UE, en torno al 30% en China y Japón, y más del 25% en Estados Unidos y la India; en cambio, el carbón representará menos del 15% del suministro eléctrico fuera de Asia.
Situación del carbón
Las expectativas acerca de un fuerte crecimiento de la demanda de carbón, sobre todo en China, provocaron grandes inversiones en la oferta. Pero el uso efectivo del carbón no ha sido, ni mucho menos, lo que cabía esperar, y ello ha traído consigo una sobrecapacidad y un desplome de los precios.
Según las previsiones de la AIE, el combustible que representó el 45% del aumento de la demanda energética mundial durante la última década solamente representará en torno al 10% del crecimiento adicional hasta 2040, y este se deberá en gran parte a que en la India y el Sudeste Asiático se triplica la demanda de carbón.
En los países de la OCDE, se prevé una caída del consumo de carbón del 40% durante el mismo periodo: en 2040, el consumo de carbón en la Unión Europea descenderá en torno a un tercio de los niveles actuales mientras que Asia consumirá cuatro de cada cinco toneladas del carbón consumido a escala mundial.
Sin embargo, su uso continuado en todo el mundo será compatible con rigurosas políticas medioambientales solo si se utiliza de la manera más eficiente, con avanzadas tecnologías de control para reducir la contaminación ambiental, y si se progresa en la demostración de que el CO2 se puede capturar y almacenar de forma segura y eficiente.
El sector eléctrico como líder de un sistema energético libre de CO2
Una de las conclusiones recogidas en el informe, nos avanza que en el año 2040, la generación basada en energías renovables alcanzará una proporción del 50% en la UE, en torno al 30% en China y Japón, y más del 25% en Estados Unidos y la India; en cambio, el carbón representará menos del 15% del suministro eléctrico fuera de Asia.
Pese al uso de tecnologías más costosas y al aumento de los precios de los combustibles fósiles, la electricidad será más asequible, en relación con el PIB, en la mayoría de las regiones. Con una mayor producción a partir de las energías renovables y nuclear, y plantas térmicas más eficientes, las emisiones de CO2 procedentes de la generación eléctrica crecerán solo a un quinto del ritmo al que aumentará la generación hasta 2040; durante los últimos 25 años, esta relación fue de uno a uno.
Para que estas previsiones se cumplan, el mundo necesita añadir más capacidad para 2040 de la que hay instalada a escala global a día de hoy, mientras desciende la tasa media de utilización de capacidad debido a la necesidad de integrar las tecnologías renovables variables. Esto plantea, en muchos países, preguntas sobre los mecanismos de mercado apropiados para generar la inversión necesaria en generación y redes.
Medidas de eficiencia energética
En los países miembros de la OCDE, las medidas de eficiencia reducirán el crecimiento de la demanda de energía en un 60%. Pero nuestro escenario central está muy lejos de agotar el potencial de mejora en materia de eficiencia. Calculamos que la eficiencia energética de los nuevos equipos comprados en todo el mundo en 2030 puede elevarse un 11% adicional.
El consumo de energía de camiones y vehículos pesados está actualmente regulado solo en Estados Unidos, Canadá, Japón y China, y está prevista su regulación también en la Unión Europea.
El cambio del diseño del producto, la reutilización y el reciclaje (“eficiencia material”) ofrecen también un enorme potencial de ahorro energético; para productos intensivos en energía como el acero, el cemento, los plásticos o el aluminio, la utilización y reutilización eficiente de los materiales puede suponer un ahorro de más del doble de la energía que puede ahorrarse mediante medidas de eficiencia en el proceso de producción hasta 2040.
Avance de las tecnologías de bajas emisiones de CO2
Los costes de producción del petróleo y el gas aumentan para la mayoría de los tipos de recurso a medida que los operadores se ven obligados a recurrir a yacimientos más pequeños, remotos y difíciles, si bien el efecto es amortiguado por las mejoras en tecnología y eficiencia. En cambio, las reducciones de los costes constituyen la norma en el caso de equipos y aparatos más eficientes, así como de la energía eólica y solar fotovoltaica, dos ámbitos en los que los avances tecnológicos están avanzando a buen ritmo y cuentan con muchos lugares idóneos para su instalación.
Las políticas gubernamentales de apoyo y las subvenciones relacionadas siguen siendo cruciales para la mayor parte de la capacidad instalada, ya que solo unos pocos países imponen un precio elevado a las emisiones de CO2.
Y a pesar del cambio de intenciones respecto a las políticas, catalizado por la COP21, hay que hacer más para evitar los peores efectos del cambio climático. Hay señales inequívocas de que la muy necesaria transición energética mundial está en marcha, pero todavía no al ritmo necesario.
El resultado de las políticas energéticas actuales, conducen a un aumento más lento de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía, pero no a la disociación total entre el crecimiento económico y la disminución absoluta de emisiones necesaria para alcanzar el objetivo de los 2 ºC.
De esta forma, y teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, el informe finaliza advirtiendo que el marco para la acción climática acordado en la COP21 deberá ofrecer un procedimiento que garantice compromisos climáticos cada vez más fuertes a lo largo del tiempo, si queremos que el mundo siga la trayectoria de emisiones coherente con el objetivo de los 2 ºC.
Será fundamental disponer de una visión clara y creíble del proceso de reducción de las emisiones de CO2 a largo plazo que transmita señales correctas para la inversión y para que un sector energético bajo en emisiones de CO2 y altamente eficiente ocupe el centro de los esfuerzos internacionales destinados a combatir el cambio climático.