El cambio climático exigirá cambiar hábitos de consumo, utilizar energías renovables y realizar enormes esfuerzos en eficiencia energética
- Escrito por Idoia Arnabat CALORYFRIO
La consultora estratégica Deloitte ha publicado un informe titulado “Claves de la descarbonización del modelo energético en España” del que se pueden extraer muchas conclusiones. Entre ellas, el hecho de que el cambio climático exigirá cambiar hábitos de consumo, utilizar masivamente energías renovables y realizar enormes esfuerzos en el ámbito de la eficiencia energética.
El informe elaborado por Deloitte pretende realizar una necesaria reflexión analítica sobre el proceso de descarbonización de nuestro modelo energético actual; una transición energética encaminada al cumplimiento del objetivo europeo de reducción de gases de efecto invernadero que no debe dejar al margen otros aspectos claves como la seguridad de suministro y la competitividad del sistema energético.
El Acuerdo de París, alcanzado en la XXI Conferencia de las Partes (COP21) celebrada el pasado mes de noviembre, incluye el compromiso de alcanzar la neutralidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) entre 2050 y 2100 para contener el incremento de la temperatura de la Tierra. Y para que este cambio se produzca, será necesario un cambio en las formas de producción y de consumo desde hoy y hasta el 2050.
Transición del modelo energético desde hoy y hasta 2030
En su informe Deloitte incide en varios aspectos a tener en cuenta desde el inicio de la transición energética. El tránsito hacia un modelo descarbonizado necesitará de políticas sólidas y flexibles en materia energética. El importante volumen de las inversiones a realizar, los largos plazos de recuperación de estas inversiones y la incertidumbre sobre cuándo ciertas tecnologías estarán suficientemente maduras para su despliegue masivo, serán los condicionantes para una transición inteligente que garantice el cumplimiento de los objetivos a largo plazo y la adaptación a la evolución de la tecnología y de los costes.
En esta situación se hará necesario contar con todas las tecnologías y energías disponibles en el periodo de la transición. Prescindir prematuramente de determinadas tecnologías o combustibles (por ejemplo, nuclear, carbón, productos petrolíferos o gas) entre hoy y 2030 significaría poner en riesgo la eficiencia económica de la transición o la seguridad de suministro. En este sentido, el año 2030 se considera como un año de referencia para la Unión Europea y para el que se han fijado una serie de objetivos sobre emisiones de gases, energías renovables y eficiencia energética.
Teniendo en cuenta todo lo anteriormente mencionado, según Deloitte, el sistema energético en el año 2030 debería cumplir una serie de características que nos situaran en la posición adecuada para poder cumplir nuestros objetivos medioambientales de forma eficiente y manteniendo la seguridad de suministro. Así:
En 2030 sería necesario alcanzar un nivel de electrificación de entre un 35 y 39% sobre el consumo total de energía final, y aumentar el consumo de gas hasta un 29-30% por una penetración muy significativa del gas natural vehicular (GNV) y un aumento del consumo de gas en los sectores residencial, servicios e industrial.
La electrificación de la demanda tanto en el sector residencial, industrial como servicios debería ir acompañada del desarrollo de generación de electricidad libre de emisiones. Hasta 2030 se necesitaría la instalación de entre 30 y 39 GW de capacidad renovable. La elevada necesidad de nueva potencia renovable requiere, a su vez, de una capacidad relevante de respaldo que debería ser provista durante la transición a 2030 por centrales de combustibles fósiles, instalaciones de bombeo, interconexiones internacionales, mecanismos de gestión de la demanda y por nuevas tecnologías de almacenamiento (que aseguran no emitir ya que se podrían cargar con excedentes de generación renovable).
Pero aún parece improbable que las nuevas tecnologías de almacenamiento estén disponibles en volumen y coste competitivo antes de 2030. También existen dudas razonables sobre la disponibilidad de capacidad adicional a través de las interconexiones internacionales o de nuevos mecanismos de gestión de la demanda.
Además, el cierre a partir de 2020 de las centrales de tecnologías convencionales requeriría nuevas centrales de gas natural; el cierre de las actuales centrales de carbón (en caso de que se comprometa normativamente) significaría una nueva inversión de alrededor de 3.500 millones de € (hasta 9 GW adicionales de centrales de ciclo combinado/turbinas de gas sobre los 27 GW ya existentes) y el cierre de los 7.800 MW actualmente instalados procedentes de las plantas nucleares (de generación libre de emisiones GEI) supondría unas emisiones adicionales de alrededor de Las plantas nucleares contribuyen a la mitigación del riesgo del cambio climático al ser una 170 MtCO2 equivalentes hasta 2030 (equivalentes a la mitad de las emisiones totales de la economía española en 2013).
Esta producción, sustituida en gran parte por producción térmica convencional podría suponer un incremento del precio del mercado diario de hasta 8-10 €/MWh en el corto plazo.
Con todo ello, el mantenimiento de todas las tecnologías de respaldo en el mix de generación implicaría una mayor diversificación de las fuentes de suministro energético y en consecuencia una menor exposición al riesgo de variaciones de precios de materias primas en los mercados internacionales, lo que además supondría un factor de seguridad de suministro y competitividad al tiempo que se desarrollan las tecnologías de almacenamiento eléctrico.
En este sentido y con una gestión adecuada de la generación actual, el informe aconseja que toda la nueva capacidad de generación que se construya en España desde ahora sea renovable, salvo en casos de crecimiento de demanda muy elevados o cuando no haya sido posible desarrollar a tiempo otras alternativas (interconexiones, bombeos…).
No cabe duda que el esfuerzo a realizar en cuanto a implantación de energías renovables es enorme y debe ser compartido por múltiples agentes, fomentando la competencia. Las tecnologías solares, el almacenamiento en baterías y el deseo creciente de los consumidores por el autoconsumo energético, también contribuirán al esfuerzo inversor necesario en el ámbito de las renovables.
Actuaciones en eficiencia energética
En relación a la eficiencia energética, el informe considera necesaria una reducción de la intensidad energética final de entre el 1,4 y el 2% anual de forma continuada hasta el año 2030. Las iniciativas a implantar son muy numerosas y abarcarían prácticamente todos los sectores de actividad:
- Edificación y la rehabilitación de edificios, tanto residenciales como de servicios; es una de las asignaturas pendientes de la eficiencia energética en nuestro país, que es necesario abordar de forma decidida.
- Industria; el sector industrial es el más sensible a las señales de precio y rentabilidad económica de las actuaciones en materia de eficiencia energética por lo que los esfuerzos deben dirigirse a eliminar las distorsiones de las señales de precio y, en su caso, en la introducción de incentivos económicos o mecanismos de financiación que apoyen el cambio de segmento (a electricidad o gas) y la introducción de mayores eficiencias.
- Electrificación del transporte; en este ámbito estaríamos hablando no solo de menores emisiones sino también de ganancias enormes de eficiencia. El vehículo híbrido podría ser el paso intermedio hacia el vehículo 100% eléctrico, por su inversión inicial semejante a la del vehículo convencional, reduciendo las necesidades de infraestructura de recarga y con menor limitación en las prestaciones. Además para el año 2030, el informe considera que entre un 20 y un 25% del transporte pesado debería hacerse por ferrocarril eléctrico, mientras que por carretera debería realizarse el restante 75-80%.
En definitiva, el informe de Deloitte desvela la necesariedad de que la generación convencional juegue un papel clave en la transición energética si queremos que esta se realice de forma eficiente y nos propone diversas recomendaciones de política energética para una descarbonización sostenible. Y en todo este proceso, las Administraciones y el sector privado español necesitarán emprender acciones decididas si desean liderar la transición energética.
Pueden acceder al informe completo a través de este enlace: “Claves de la descarbonización del modelo energético en España”
Fuente: Deloitte España
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