Pasamos un 90% de nuestro tiempo dentro de edificios: colegios, viviendas, oficinas, supermercados, comercios, centros de salud, etc.. ¿Debería de ser la calidad del aire interior un parámetro medible en cualquier establecimiento público? ¿Qué efectos tiene una mala calidad del aire interior? ¿Qué medios existen para medir y para garantizar la calidad del aire interior? ¿Qué beneficios aporta la purificación del aire en los espacios interiores?
En un entorno industrial o en el ambiente exterior, es evidente que la calidad del aire depende de la contaminación que proviene de diferentes fuentes. Procesos industriales, quema de combustibles, emisiones asociadas a los vehículos, productos químicos de mayor o menor toxicidad, etc.. En lo que respecta a los espacios interiores, la cosa cambia. Primero porque el número de fuentes contaminantes es amplio, variable y depende de diferentes factores. Segundo porque los niveles de concentración de dichas fuentes suelen ser generalmente bajos, aunque prolongados en el tiempo, a menos que exista una fuente clara e importante de contaminación. Y tercero, porque existen pocos métodos analíticos para estimar la calidad del aire interior, así como de valores límite de concentración de contaminantes e información en relación al grado de exposición y su efecto en la salud.