Uno de los mayores problemas de nuestras viviendas es el aislamiento deficiente y su consecuente incremento en la demanda de calefacción o aire acondicionado, ya que se genera una energía excesiva que el edificio no es capaz de optimizar. Esto repercute directamente en la factura energética y en el confort que sentimos en la vivienda. Por ello, en algún momento de la vida útil de una vivienda es necesario acometer algún tipo de obra para reforzar el aislamiento, sobre todo si el inmueble tiene más de 20 años.
Las actuaciones pueden realizarse bien por el exterior, realizando una rehabilitación energética de fachada o cubierta, o bien reforzando el aislamiento térmico por el interior. En este artículo nos centraremos en el aislamiento térmico por el interior, ya que este tipo de obra es muy habitual en familias que quieren mejorar el aislamiento, pero que no pueden o quieren esperar a que su comunidad de vecinos se decida a acometer una rehabilitación energética en el edificio. Recordad que cualquier modificación en la fachada por el exterior, repercute a todos los vecinos del inmueble al tratarse de un elemento común.