Tribuna de opinión: José González-Payno, Director General de Aldro Energía: “El consumidor y el mercado energético, una relación a medio camino entre la impotencia y la apatía”
- Escrito por Idoia Arnabat CALORYFRIO
En las primeras semanas del año, el sector energético, y el precio de la luz en concreto, se han aupado como uno de los temas de mayor interés para el ciudadano medio, junto a la llegada al poder, y las primeras iniciativas, de Donald Trump.
Y el tema no es para menos. El precio de la luz no ha dejado de encarecerse en los últimos seis meses, y hoy pagamos por ella casi un 75% más que hace justo un año. Incluso el ministro del ramo, el señor Nadal, ha anunciado que nuestra factura de la luz subirá este año unos cien euros.
Para las empresas comercializadoras de luz y gas, la situación, aunque parezca mentira, tampoco es la mejor. Además del malestar que se genera entre la sociedad y las empresas cuando los precios se disparan como en este momento, somos conscientes de la dificultad para el consumidor a la hora rebajar este coste pues, en cada recibo de la luz, aproximadamente un tercio corresponde al consumo real y el resto son tasas, peajes, subvenciones e impuestos sobre los que el usuario no tiene ninguna capacidad de maniobra.
La paradoja del Mercado Regulado
Y, paradójicamente, quienes más han visto incrementar sus recibos de la luz en los últimos meses son los 12 millones de españoles acogidos al llamado PVPC (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor) del mercado regulado, aquel que el gobierno nos aseguró que buscaría abaratar. Por el contrario, los otros 14 millones de consumidores que están en el mercado libre, son los que menos han sufrido este incremento de precios.
Para estos últimos, las nuevas comercializadoras energéticas surgidas a partir de la liberalización del sector, hemos creado y ofrecido las tarifas planas y tarifas fijas que no dependen del precio de un mes o de una hora concreta.
La compañía define a futuro, y con sus herramientas y equipos financieros, el precio de la luz durante una temporada, asegurándose que los vaivenes del mercado le afecten lo mínimo. En base a esta previsión, ofrece un precio cerrado a su cliente, que puede dormir tranquilo sabiendo que su precio está garantizado por un plazo previamente señalado.
El cliente no está atado de pies y manos
Por las informaciones vertidas en estas últimas semanas, la primera impresión que uno sacaría es que el consumidor está atado de pies y manos, incapaz de intervenir en el resultado de su factura eléctrica. Sin embargo, esto no es así.
Cada día son más las herramientas existentes para ayudar al consumidor y a las pequeñas empresas a hacer una elección adecuada, objetiva e independiente de los servicios de suministro de electricidad y gas.
El cliente, eso si, debe conocer qué tiene contratado y, en el caso de estar vinculado a la tarifa libre, conocer cuál es la tarifa elegida, y comprobar que es la más adecuada a su caso particular. Para ello es necesario realizar un análisis de su consumo en tiempo real, como único modo para saber cuánto y cuando consume, y así poder saber si tiene la potencia bien contratada o le interesa una tarifa con discriminación horaria. Y por supuesto es también importante asegurarse de que están pagando por la potencia eléctrica contratada que realmente necesitan.
Si todo ello es correcto, es posible rebajar la factura eléctrica entre un 20 y un 70%. Una cifra que, por si sola, compensa dedicarle un tiempo a analizar las opciones existentes para cada cliente.
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